06 / 07 / 2012Clara Pinar
Una veintena de parlamentarios aprovechan los Plenos del Congreso y el Senado en Madrid para recibir en sus despachos al mismo sastre. Todo legal, a pesar de la leyenda.
Este es el motivo por el que hace unas semanas llegaron a la recepción del Senado dos hombres que, al pasar el arco de seguridad, tuvieron que sacar de sus bolsillos artículos diferentes a los teléfonos o carteras a los que están acostumbrados los guardias de seguridad. De allí salió un metro de costura y una esponja con alfileres. En la mano de uno de ellos, una funda que contenía el traje que iban a entregar en mano al senador del PP Francisco Moro, concejal del Ayuntamiento de Huelva y uno de la docena de senadores a los que la empresa Artistic Fashion hace trajes y camisas a medida. En esta ocasión, lo dejaron en recepción. Nadie salió a acompañarles hasta su despacho, como suele ser habitual, porque Moro se encontraba en el momento de las votaciones a puerta cerrada, que pueden durar un par de horas. Semanas antes los sastres habían hecho otra visita a la cámara para, en el mismo despacho del senador, tomarle medidas y mostrarle las telas italianas para que eligiera. También para que escogiera a su gusto los botones, la forma de los ojales, el forro o el ancho del pantalón.
Hasta 680 euros.
Este es el procedimiento que siguen con otros senadores y diputados, clientes de una sastrería que confecciona trajes de entre 480 y 680 euros y camisas por 120 euros, que finalmente decidieron no participar en este reportaje, temerosos de ser asociados con la mala fama que dio a la profesión el caso de los trajes por el que hace un año dimitió Francisco Camps de la presidencia de la Generalitat. Por eso, los sastres aseguran que los parlamentarios a los que atienden “se pagan sus trajes, por transferencia, con tarjeta o en metálico”.
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