Tal como dice el texto siguiente, es muy importante que cada uno de
nosotros sea un agente de paz.
El
I Congreso Internacional Edificar la Paz en el siglo XXI ha concluído.
Durante los tres días más de 450 participantes de todo el mundo han estado
debatiendo y realizando aportes en torno a los 6 ejes temáticos
propuestos.
Desde
la Fundación Carta de la Paz
dirigida a la ONU estamos muy felices por los resultados alcanzados y por las
propuestas que se han presentado en el Congreso. Es evidente que la construcción
de una cultura de paz no es una tarea sencilla. Sin embargo en el Congreso ha
quedado de manifiesto que la paz depende de todos y cada uno de nosotros, de
poder construirla día a día en los diferentes ámbitos en los que participamos:
en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en nuestra comunidad.
En
definitiva y tal como lo expresa el Manifiesto de Barcelona por la Paz cualquier
persona está llamada a ser un agente de paz. La pacificación del mundo depende
de todos. Nadie está exento de esta tarea.
Manifiesto
de Barcelona
por la paz
Con motivo del Ier Congreso Internacional Edificar la Paz en
el siglo XXI celebrado en
Barcelona los días 23, 24 y 25 de abril del 2012, el Comité
Científico, recogiendo las
aportaciones, las comunicaciones y las ponencias que se han
presentado y los trabajos
precongresuales, da a conocer el siguiente Manifiesto.
Somos conscientes de:
a. La difícil encrucijada en la que se halla la humanidad
b. La injusticia social que padecen millones de seres
humanos
c. La intolerancia que provoca una multitud de víctimas
d. Las guerras que hieren el mundo
e. La fragilidad de la democracia
f. La devastación del medio ambiente
g. La indignación de muchas ciudadanas y ciudadanos
Y manifestamos que:
1. La paz no es un regalo; es un valor que se construye día a
día.
2. El ser humano es capaz de hacer el mal, pero también el
bien.
3. Cualquier persona está llamada a ser un agente de paz. La
pacificación del mundo depende de todos. Nadie está exento de esta tarea.
4. Los acontecimientos del pasado han configurado nuestro
presente.
5. No somos responsables de lo que acaeció en el pasado. Sin
embargo, el futuro no está escrito. En gran parte, depende de nosotros.
6. La historia es una fuente de aprendizaje. Es un deber
transmitirla con rigor y con la máxima objetividad. Rememorar el pasado
constituye un deber.
7. No podemos olvidar a las víctimas del pasado. Su
sufrimiento nos interpela y exige actuar de un modo eficiente y eficaz para
evitar la reiteración del mal.
8. Las decisiones del presente afectan a los contemporáneos,
pero también a las generaciones venideras. Somos responsables de edificar un
mundo en paz, justo y fraterno y confiamos en el talento compartido y en la
fuerza colectiva para conseguirlo.
9. La violencia genera más violencia. El verdadero antídoto a
la violencia es la justicia y el ejercicio de la
reconciliación.
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