Además, hay decenas de heridos. La mayoría de las víctimas fallecieron por asfixia. Investigan las causas del siniestro.
miércoles, 15 de febrero de 2012
El incendio dejó también decenas de heridos. (AFP)
Un incendio en una cárcel hondureña causó la muerte de por lo menos 300 presos, muchos de los cuales quedaron atrapados en sus celdas y fueron envueltos por las llamas mientras pedían ayuda a gritos, informaron autoridades el miércoles.
El siniestro se registró el martes por la noche en Comayagua, ciudad a unos 140 kilómetros al norte de Tegucigalpa. Las autoridades investigaban si el incendio fue provocado por reos amotinados o por un cortocircuito, dijo a The Associated Press por teléfono Danilo Orellana, jefe del sistema nacional de prisiones.
El vocero de los bomberos de Comayagua, Josué García, calificó de "dantescas" las escenas que observó en el lugar cuando participó en las labores para extinguir el fuego. Relató que muchos reclusos perecieron en medio de la desesperación al no poder salir de sus celdas.
"Unos 100 prisioneros murieron calcinados o asfixiados por los gases provocados por las llamas en el interior de sus celdas, que estaban aseguradas con candados. Lamentablemente no pudimos sacarlos por no tener las llaves a mano y no hallar al guardia que las portaba", añadió.
Lucy Marder, directora del Departamento de Medicina Forense del Ministerio Público, dijo que "la cifra de muertos podría ser superior a los 300 prisioneros".
En una rueda de prensa transmitida por la radio nacional, Marder indicó que un equipo de médicos de la fiscalía se ha trasladado a Comayagua a realizar las tareas de identificación.
"Tenemos un gran trabajo por delante, que podría durar dos semanas" para identificar los cadáveres, dijo.
Informó que una mujer, que realizaba una visita conyugal a su marido, también pereció en el incendio.
En la cárcel había 852 reos. Al pasar la lista en la madrugada, faltaban 356.
"La mayoría de ellos podría haber muerto y otros resultaron con quemaduras, escaparon o sobrevivieron", dijo a la AP Ramón Custodio, comisionado nacional de Derechos Humanos.
Marder añadió que nueve reclusos con quemaduras graves recibían asistencia médica en el Hospital Escuela de Tegucigalpa y otros 12 en el Hospital Santa Teresa de Comayagua. Así, sumaban 21 los hospitalizados.
"Por eso, la cifra de fallecidos podría ascender a medida que hacemos el recuento", señaló.
Un prisionero de 26 años murió en el Hospital Escuela, informó el vocero de la institución, Gerardo Aguirre. Tenía quemaduras en el 80% de su cuerpo. Los restantes prisioneros hospitalizados presentaban quemaduras en el torso, manos y pies.
Las llamas se propagaron rápidamente al quemarse los colchones, ropa y sábanas de los reclusos. El edificio resultó parcialmente destruido.
"De repente alguien gritó 'fuego, fuego, fuego' y sentí miedo y comencé a pedir auxilio junto a mis compañeros de celda", relató a la emisora HRN uno de los prisioneros que se identificó como Silverio Aguilar.
Agregó que "por un rato nadie nos hizo caso pero después de unos minutos, que se nos hicieron eternos, un guardia apareció y nos abrió el portón de la celda, que estaba con candado".
En esa celda había más de 60 reos, señaló.
Cientos de familiares acudieron a toda prisa al Hospital de Santa Teresa para averiguar la situación de sus seres queridos, dijo Leonel Silva, jefe de bomberos en la ciudad.
En tanto, cientos de parientes derribaron parte del cerco metálico del penal y se introdujeron al lugar en busca de los restos de sus familiares.
"Los policías no nos dejaban entrar para ver a nuestros seres queridos", dijo llorando a la AP Natalia Juárez, hermana de un reo presuntamente fallecido.
Unas 1.000 personas trataron de romper los candados de los portones de la prisión pero la policía lo impidió dispersando a la multitud con gases lacrimógenos. El canal 5 de televisión mostró imágenes de familiares de las víctimas arrojando piedras a los policías.
"Queremos ver el cuerpo de nuestro familiar", afirmó por teléfono Juan Martínez, padre de otro prisionero que falleció. Aseguró que "aquí estaremos hasta lograr nuestro objetivo".
En la muchedumbre se pudo ver gran cantidad de niños y mujeres cargando a sus bebés en brazos.
Orellana dijo que los familiares "deben entender que hay que cumplir la ley... y eso es lo que hacemos".
Añadió que "todos ellos tendrán la oportunidad de ver los restos de sus seres queridos, pero en este momento los forenses hacen su labor de reconocer los restos de los reos muertos".
El ministro de Seguridad, Pompeyo Bonilla, dijo en rueda de prensa en Comayagua que "Honduras está de luto".
Anunció que el gobierno adoptará medidas para mejorar los centros penitenciarios del país, que permanecen en malas condiciones estructurales desde hace 40 años y no han sido mejorados por falta de recursos.
"Este es un problema de Estado y en esa forma se resolverá", dijo Bonilla. Agregó que el gobierno suministrará los ataúdes a los familiares de las víctimas y les proporcionará "todo lo que ellos requieran".
En julio de 2010, el presidente Porfirio Lobo declaró un estado de emergencia en nueve de las 24 prisiones de Honduras. Su ministro de Seguridad consideró entonces que las prisiones eran "universidades del crimen" y estaban desbordadas por la superpoblación.
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