lunes, 27 de agosto de 2012

Cadena de favores


Mr Lucky, el hombre que regala sobres de 1.200 euros para que se usen para una buena acción

Por Thomas Castroviejo | Gaceta trotamundos – mié, 22 ago 2012

Peter y Jean, dos atletas que han recibido el dinero de Mr White (WeAreLucky)Mr Lucky (podríamos traducirlo como el Señor Suertudo) tiene cientos de empleados por todo el mundo. Ninguno de ellos ha firmado un contrato, ni han pasado por una entrevista de trabajo. Ni siquiera conocen a su jefe. Pero Mr Lucky les ha contratado, les ha dado un trabajo que realizar y el dinero necesario para desempeñarlo. Generalmente, se acerca a gente al azar por la calle, les anuncia "You are lucky" (es usted afortunado) y les entrega un sobre en el que hay más de 1.200 euros en efectivo. Y entonces les informa de su tarea: "Toma este dinero y úsalo para hacer el bien. Úsalo de forma altruista".

Esta cruzada por financiar el bien en el mundo no es una farsa publicitaria ni un arrebato de extravagancia de un millonario recluso, sino la decisión razonada de un hombre que tenía demasiado dinero. Hace poco, Mr Lucky accedió a dar su única entrevista, al británico Daily Telegraph y allí contó su historia. Cómo había trabajado durante años en una empresa de seguros. Cómo había ganado más dinero del que podía necesitar. Cómo cada paga extra le dejaba más y más indiferente. Dimitió. "Pensé en reservar un vuelo al espacio, por aquello de satisfacer un sueño de la infancia", recuerda. "Pero cuando se lo dije a mis amigos, la conversación cambió a qué harían ellos si tuvieran tantísimo dinero. Entonces sentí vergüenza: sus ideas era más interesantes que las mías".


Así que Mr Lucky canceló lo de irse al espacio y decidió empezar un nuevo proyecto, titulado We Are Lucky. La premisa es básica: ir dando 1.000 libras esterlinas (Londres es la ciudad en la que más veces se le ha visto aunque ha estado en más países) a la gente para que hagan algo bueno con ellas. Sale por la calle y va buscando candidatos. Esa chica que le devuelve al empresario el iPhone que se le ha caído por la calle, por ejemplo. O esa camarera cuyo marido está enfermo de cáncer y quiere comprarle cosas para aliviarle el dolor. Les da un toquecito en el hombro, o entra en sus bares, o da pistas en su cuenta de Twitter de que dónde va a estar, y les da el sobre. "Les fotografío, les hago un pequeño cuestionario sobre sus esperanzas y qué harán con el dinero. Y les dejo ir".


"La gente me pregunta por qué no entrego todo el dinero a una organización caritativa. Y suena a tontería, pero recibo placer al contarle mi proyecto a los desconocidos", explica. "Me inunda un sentimiento de felicidad cuando les doy el dinero y ellos se lo dan a la caridad". Eso, parece ser, es lo que está buscando. No hay más. No hay una ideología que quiera transmitir, ni un plan para hacerse famoso (de hecho, se niega a que se sepa su propio nombre). Solo está comprando ese sentimiento a base de contratar a desconocidos para que sean ellos los que hacen el bien. "Quiero compartir mi responsabilidad, no mi suerte", remacha.

Claro que transmitir una responsabilidad no es exactamente responsable. No hay pruebas de que el dinero se esté usando para el bien. "Ni las necesito", contesta Mr Lucky. "Se lo dejo a ellos. No voy a juzgarles ni hacerles seguimiento. A veces basta con creer en la gente".


 

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