miércoles, 27 de febrero de 2013

PARECE QUE ESTAMOS EN EL BUEN CAMINO?


Un primer paso para que el crédito llegue a la economía real

maría jesús pérezÇ/susana alcelay
Día 25/02/2013 - 10.33h


A falta de que los bancos abran el grifo, el Gobierno ha decidido poner en circulación casi 45.000 millones de financiación «alternativa» para pymes y autónomos

El Gobierno ha reaccionado. Obsesionado, no sin razón, por reactivar la actividad económica española, ha insuflado un balón de oxígeno al pulmón de la economía más falto de aire para volver a respirar con cierta normalidad: el tejido empresarial que conforman pymes y autónomos. Hasta 45.000 millones de euros ha movilizado para mejorar su situación financiera, a través de una batería de medidas que irán directamente al corazón del problema: la aún inexistente circulación de crédito. Una cifra que, si bien muchos expertos tildan de que pueda ser insuficiente, será el comienzo de una deseada recuperación que favorecerá la labor de las pymes, a las que el presidente del Gobierno quiere prestar especial atención por considerarlas una figura clave en la generación de empleo y, por tanto, de actividad económica.
Así, el propio presidente Mariano Rajoy anunciaba la semana pasada, aprovechando el amplio foro que le otorga el Debate sobre el Estado de la Nación, nuevas formas de financiación alternativa a la bancaria. Y los canales en los que ha confiado se asientan sobre las líneas ICO -hasta 22.000 millones de euros-; préstamos de hasta 10.000 millones a través de las entidades bancarias saneadas; nuevos sistemas de garantías; el capital riesgo; un nuevo fondo de titulización; y el plan de proveedores ya existente, que ampliará en 2.700 millones.
Un buen comienzo, sí. Pero con todo y con ello, la fluidez del crédito tardará en llegar. «Las medidas de crédito del ICO son de escaso calado. 45.000 millones de euros arreglan algunos problemas, pero no pueden arreglarlos todos porque el Estado no es económicamente todopoderoso», se queja Rubén Manso Olivar, inspector en excedencia del Banco de España y consejero del despacho Manso Olivar & IAX. «Más importante podría ser el pago a proveedores en plazo por parte del sector público, por lo que cuesta creer que lo limiten todo a un importe en lugar de convertirlo en una obligación que se cumple. Esta actuación -explica Manso Olivar -aunque forzaría a emitir algo más de deuda pública para hacer frente a los pagos a proveedores a tiempo y tiene un coste en forma de intereses, activa la economía en general, lo que a la larga es más beneficioso para las arcas públicas también».

Y es que reactivar la actividad crediticia no va a ser tarea fácil. De hecho, no va a volver en un tiempo prolongado. Que llegue de nuevo o no a las actividades más rentables dependerá de cómo se canalice. Y en esas está el Gobierno. «Sin duda las medidas van en la dirección correcta, pero por sí solas dudo que pueden relanzar la economía real. No tienen ese alcance. Lo más importante es que aunque el sector privado en su conjunto (empresas incluidas) tienen que reducir su deuda, hay muchas compañías solventes que tienen problemas de liquidez y que son perfectamente viables con los mecanismos de financiación adecuados. Un apoyo público, directo o en forma de garantías, se antojaba fundamental. Quedan por conocer los detalles, eso sí porque no sólo es importante hacerlo sino que se haga de forma efectiva», asegura Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School (Reino Unido). En la memoria de todos quedan programas de apoyo público de otras épocas, y con otros gobiernos, que luego no tuvieron el alcance deseado.

En todo caso, los expertos han recibido de forma muy positiva esta vía de financiación alternativa del Gobierno. Y confían en que se siga explorando y avanzando en esta línea. «Hay que huir, como de Satanás, de todo populismo en política económica. Todo el mundo está dispuesto en España a necesitar más crédito. Éste, afortunadamente, llegará, del modo adecuado, cuando se cumplan tres condiciones», apunta el profesor Juan Velarde. Y las enumera: «La primera, la terminación de la reorganización del sistema crediticio, problema estructural básico. La segunda, la liquidación del déficit del sector público, que mientras perdure, con sus emisiones de deuda, genera el llamado efecto expulsión, precisamente del crédito. La tercera, por una reactivación, a causa de medidas de mejoría de la competitividad en el aparato productivo. La carrera de las más necesitadas, y no el mercado, es lo que no debe regir».

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