El País: "Que abandone cuando antes"
'El País' ha roto hoy todos los puentes con José Luis Rodríguez Zapatero y quién sabe si con un sector mayoritario del aparato socialista.
El periódico de referencia de la izquierda durante toda la etapa democrática ha descalificado absolutamente la opción representada por la actual mayoría política -y no sólo a quien todavía la dirige- de forma estrepitosa: mediante un editorial y un larguísimo artículo del presidente de la compañía editora, Juan Luis Cebrián, primer director del periódico en los albores de la transición. En ambas piezas se menosprecia la figura del todavía líder socialista y se exige la inmediata convocatoria de elecciones: "la fecha sugerida por algunos dirigentes para celebrar elecciones (finales de noviembre) -se escribe en el editorial- es del todo tardía".
La malas relaciones personales entre Cebrián y Zapatero eran conocidas de antiguo pero nunca la enemistad había adquirido tintes tan rotundos y ostensibles. Ahora, esta brutal acometida da idea de la magnitud del enconamiento, que sin duda contiene elementos intelectuales -el arrogante Cebrián desprecia la envergadura del político "leve"- pero que sobre todo es la respuesta a lo que se considera un gran agravio.
Un agravio conocido
El agravio es conocido: Prisa había sido, como se ha dicho, el referente de la izquierda, el basamento periodístico e intelectual del Partido Socialista. Felipe González, amigo personal de Jesús Polanco, así lo quiso, así lo consintió, y aún hoy los lazos entre el ex presidente y los restos del imperio mediático se mantienen. Pero Rodríguez Zapatero no aceptó desde el primer momento aquella ligazón, que en este caso pretendía ser tutela: Cebrián y su entorno pretendieron que quien iba a liderar la segunda etapa del PSOE en democracia se plegara a sus dictados ideológicos, fuera complaciente con sus caprichos, aceptara su magisterio moral.
Pero Rodríguez Zapatero fue un alumno díscolo desde el primer momento y no sólo no pasó por las horcas caudinas del polanquismo sino que, con todo desparpajo, auspició el surgimiento de un nuevo grupo mediático. Miguel Barroso, su primer secretario de Estado de Comunicación fue el impulsor intelectual del periódico 'Público' y de la televisión 'La Sexta', que asumieron el papel de portavoces de la familia 'zapaterista', en competencia y sin conexión alguna con 'El País'.
Declive de Prisa
Aquella afrenta coincidió con el serio declive empresarial del grupo Prisa tras la desaparición de Jesús Polanco. Con la decadencia física del fundador y la crisis económica, el gran imperio experimentó un insoportable endeudamiento por la mala gestión y por una inexplicable OPA sobre el ciento por ciento de Sogecable. Estas circunstancias determinaron que Cebrián se viera obligado a desmantelar el potente multimedia permitiendo la entrada en su capital del fondo norteamericano Liberty y desinvirtiendo a toda prisa. Hubo que vender gran Parte de Santillana y la cadena Cuatro para atender los requerimientos más urgentes de los acreedores pero todavía la deuda de Prisa está por encima de los 4.000 millones de euros, con lo que su supervivencia continúa amenazada.
Cebrián responsabiliza de ello a la política de medios de Zapatero, olvidando quizá que la Cuatro fue una graciosa concesión de poder en reconocimiento a los servicios prestados.
La andanada de Prisa al secretario general del PSOE ha impactado negativamente en Moncloa pero también en Ferraz, y el propio Rubalcaba, amigo de Cebrián y de Prisa, patrocinado ostensiblemente por 'El País', ha sido colocado en una posición delicada: con buen sentido, Zapatero y el candidato han escenificado hasta ahora una sucesión pacífica y concertada, por lo que la irrupción de El País llena de nuevas incógnitas la conducción de este proceso.
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