viernes, 9 de abril de 2010
Río de Janeiro llora por las 185 muertes causadas por el diluvio
• El desprendimiento del Morro do Bumba, en Niteroi, estaba escrito desde que se construyó un barrio entero en un antiguo basural
Máquinas excavadoras trabajan en Niteroi, Brasil. Foto: AP / SILVIA IZQUIERDOMÁS INFORMACIÓN
La Casa de España en Río de Janeiro, afectada por los derrumbes
ABEL GILBERT (ENVIADO ESPECIAL)
RÍO DE JANEIRO
Llueve otra vez en una Niteroi incrédula. De repente, el chaparrón se toma un respiro. El cielo amaga con abrirse, pero la claridad es apenas una promesa electoral, y el agua reanuda su embestida contra lo que queda del Morro (colina) do Bumba. Una decena de máquinas excavadoras Hyndai retiran allí toneladas y toneladas de una tierra negra, negrísima, como el presente que se abatió sobre Río de Janeiro y la periferia carioca.
En la noche del miércoles, una avalancha abrió un tajo en este cerro del barrio Cubango. Cuarenta casas, en las que vivían unas 200 personas, quedaron sepultadas. Los bomberos han rescatado apenas 19 cadáveres. Ya no hay esperanzas de encontrar a alguien con vida. Lo único que resta es encontrar sus cuerpos inertes. Es tanto el barro acumulado, hay tantos escombros y desperdicios, que, ha reconocido el subcomandante de los Bombeiros José Paulo Moreira, esa búsqueda puede durar más de dos semanas.
Los temporales han matado 185 personas en Río y sus alrededores. En Niteroi fallecieron 108 personas. La cifra no da cuenta aún de todos los que desaparecieron en Morro do Bumba, al norte de esa ciudad. "Nunca me olvidaré de esos gemidos", le dice a este cronista un policía que, esta madrugada, iluminado por un generador eléctrico, ha colaborado infructuosamente en las tareas de rescate.
En lo alto de la ladera
La avalancha comenzó en lo alto de la ladera. Descendió 900 metros por la calle Aurelio Cardoso y llegó hasta Viçoso Jardim. A su paso destruyó, además de los hogares, una iglesia evangélica, dos guarderías infantiles, una pizzería y un salón de belleza. "Salí de mi casa semidesnuda, pero estoy viva. Hay otras madres que no paran de llorar", dice Luciene da Hora.
El fango se escurre del morro y llega hasta una Viçoso Jardim hedionda. Los bomberos utilizan mascarillas. Los demás --familiares que esperan un milagro detrás del cordón de seguridad, vecinos solidarios, voluntarios que ofrecen comida-- se cubren de vez en cuando sus narices, cuando ya no soportan el aroma de la desolación.
Colina convertida en cráter
El ruido de las excavadoras llega más allá de esa colina convertida en cráter. Los motores rugen y se dejan escuchar a las puertas del Colegio Machado de Assis y las iglesias donde han dormido parte de los evacuados. El cronista escucha historias. Casi todas se parecen. La de los hermanos Monteiro Carvalho que, con los ojos apuntando a la tierra, esperaron el milagro que les devuelva al padre, la hermana y el sobrino de seis años. La de Verónica Cardoso, que se quedó sin siquiera sus documentos.
El barrio Cubango de Niteroi había sido construido sobre un antiguo basural que funcionó hasta 1981. El desprendimiento del Morro de Bumba estaba, en ese sentido, escrito desde el momento que comenzó la invasión de los terrenos. Las casas se construyeron sobre una colina donde las toneladas de deshechos depositados durante décadas impedían absorber el agua. El suelo siempre fue inestable y peligroso. El déficit de origen fue siempre soslayado por las autoridades comunales.
Cloaca a cielo abierto
"Yo pagaba mis impuestos. Todos aquí los pagaban. Y aunque estoy aquí desde 1999, nunca he visto una obra de saneamiento. La cloaca pasaba a cielo abierto", recuerda Marlene Pinheiro.
La urbanización de esas alturas donde suelen desembocar los pobres inmigrantes nordestinos no solo fue tolerada. Se convirtió en una constante oferta electoral a los desamparados de siempre. "Pavimentación Morro do Bumba. Cada vez mejor", rezaba un cartel olvidado. Su tragedia no es solo natural. Esconde una matriz demagógica. Desnuda un modelo de gestión.
Riesgo permanente de explosión
Edson Antônio do Nascimento, un ingeniero de la Universidade Federal Fluminense (UFF), fue convocado años atrás para hacer un estudio del lugar de la desgracia. "El gas metano acumulado constituía un riesgo permanente de explosión", avisó. A esa misma conclusión llegó cinco años atrás la urbanista Regina Bibenstein. "Ha sido una tragedia anunciada", considera en ese sentido el presidente del Consejo Regional de Ingeniería y Arquitectura de Río, Agostinho Guerreiro.
La lluvia, al entrar en contacto con los viejos y nuevos desperdicios, aumenta un 30% la producción de un metano que es tóxico y explosivo. Para la secretaria estadual de Medio Ambiente, Marilene Ramos, el deslizamiento es obra de esa combinatoria. "Por eso, los supervivientes escucharon un ruido extraño", ha señalado.
Única ciudad fundada por un indígena
Niteroi está del otro lado de la bahía de Guanabara y fue la capital del estado de Río de Janeiro entre 1903 y 1975. Es la única ciudad brasileña fundada por un indígena. En la lengua tupí, el nativo Araribóia la bautizó, proféticamente, "agua escondida".
"¿Quién va a pagar por todo lo ocurrido?", pregunta el influyente diario O Globo. El prefecto de Niteroi, Jorge Roberto Silveira (PDT-socialdemócrata), que ya había asumido ese cargo en 1989, se hizo presente en Morro do Bumba 15 horas después del deslizamiento letal. "Ese es el Brasil real, el de la gente pobre", dijo, en un arrebato sociológico.
A media tarde, el cielo de Río ha vuelto a azularse. En Copacabana, Ipanema y Leblon, los turistas regresan alborozados a las playas. Los cariocas retoman sus caminatas a la vera del mar. En Niteroi, en cambio, las casas de velatorio están saturadas.
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