Agapito Pazos Méndez, de 82 años, ha fallecido en la habitación 415, cama dos, del Hospital Provincial de Pontevedra. Allí estaba empadronado y siempre vivió en el centro sanitario donde fue abandonado a los tres años, dentro de un cajón. Trabajadores del centro hospitalario han lamentado su muerte y destacado la intuición de Agapito para determinar la gravedad de los enfermos. Solo dejó el edificio una vez para ver la ría.
Sufría discapacidad psíquica, una distrofia muscular en las extremidades inferiores con deformación y distrofia en su mano derecha. Se integró en el funcionamiento de la entonces institución de beneficencia, que en 1993 se integró en la sanidad pública y su tutela pasó a una entidad sin ánimo de lucro. Llegó a ser durante un tiempo el encargado de guardar las llaves de los medicamentos y el almacén. Era el único paciente con habitación decorada al gusto, que compartía con otro enfermo.
Este inquilino era muy popular en el hospital, donde el único recuerdo que se guarda de Agapito enrabietado fue cuando una paciente vietnamita le robó la caja que protegía sus pocos ahorros. Un médico le compró una caja de caudales y el asunto se solventó. Sólo salió del hospital cuando uno de los celadores lo llevó a ver las Rías Baixas a los 60 años. Finalmente, Pazos abandonó el único hogar que conoció al morir, en comitiva fúnebre, acompañado de sus compañeros hasta el cercano cementerio de San Mauro.
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