Alejandra Vargas M. y agencias alevargas@nacion.com. 20/05/2011
Una lección de optimismo y un caso médico esperanzador. Así es la historia del estadounidense Rob Summers, un joven atleta quien quedó paralizado completamente tras un atropello en el 2006 y que actualmente logra tener episodios en que recupera parcialmente su movilidad y hasta logra caminar –con ayuda durante cortos períodos–.
¿Cómo es posible? Cuando sufrió el accidente, Summers era un beisbolista prometedor. Sin embargo, un carro lo golpeó y sufrió lesiones significativas que bloquearon los mensajes que el cerebro le enviaba al resto del cuerpo a través de la médula espinal: por eso quedó paralizado.
Sin embargo, solo una parte del tejido estaba dañado, y muchas células nerviosas estaban sanas.
El experimento. En un intento por ayudarlo a recuperar sensibilidad, un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), la Universidad de Louisville y el Instituto de Tecnología de California ( Caltech ), le colocó encima de la médula espinal y bajo la piel un implante con 16 electrodos.
Este era un proceso experimental inspirado en una serie de análisis hechos en 1980 con animales en la UCLA.
No había promesas ni falsa esperanza, pero como Summers tenía cuatro años sin poder mover “ni un dedo”, aceptó.
Los médicos le implantaron el dispositivo en la parte baja de la espalda. Con él, lo que se hizo fue darle impulsos eléctricos moderados a su médula espinal.
Con cierta frecuencia, el implante enviaba estímulos focalizados en las células nerviosas sanas, como para ‘reactivarlas’ y hacer que pudieran recibir los impulsos que les enviaba el cerebro.
Summers se dedicó a entrenar diariamente y a recibir estímulos. Su meta empezó a cumplirse y pronto, ante el asombro de todos, él logró ponerse de pie y dar pasos.
Más preguntas que respuestas. Los médicos reconocieron ayer que, aunque ven que su hipótesis de “despertar” a las adormecidas células nerviosas sanas era correcta, todavía “no tienen ni idea de cómo es que el cerebro pudo volver a tomar el control sobre el movimiento de los dedos de los pies, las rodillas y las caderas”.
Vislumbran algunas respuestas posibles. Uno, que quizás sí lograron hacer reaccionar a las células nerviosas sanas, y dos, que se formaron otras células que permiten a los mensajes cerebrales pasar a través de la médula.
Lo cierto es que gracias a esa estimulación, Summers ahora es capaz de ponerse de pie e incluso movilizarse –con ayuda– sobre una máquina caminadora.
“Es un sentimiento asombroso ser capaz de dar un paso”, explicó Summers ayer a la prensa internacional.
Él recuperó también el control de la vejiga, intestinos y genitales. Esto último pareciera ser de los hallazgos más importantes, según los médicos, porque permitiría mejorar la calidad de vida de los pacientes, aunque no puedan caminar.
No es cura. Aunque dieron las noticias a viva voz, los autores se apresuraron a aclarar que no hablan de una cura. “No es una cura. Hay que desarrollar más tecnología y responder aún muchas preguntas. También debemos aprender a identificar el estado del sistema nervioso para ver a quién se le puede ayudar y cómo. Sí, hay una nueva posibilidad, pero no es una solución todavía”, advirtió por videoconferencia Susan Harkema, de la Universidad de Louisville. Cuatro pacientes más serán sometidos a partir de este año al mismo procedimiento.
Consultados por La Nación los neurólogos ticos David Luna y Marvin Heyden, mostraron su beneplácito ante estos resultados. Ambos dicen que el uso de estimulación eléctrica para tratar dificultades nerviosas no es nuevo, pero sí prometedor. Ellos destacan, eso sí, que solo funciona en pacientes que no sufrieron un daño total y que cada caso debe analizarse en forma individual.
El avance médico es esperanzador para millones de personas y se publicó ayer en línea en la revista británica The Lancet.
Solo en Estados Unidos viven 5,6 millones de pacientes que tienen alguna forma de parálisis. En Costa Rica no hay registro del total de personas afectadas
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