viernes, 4 de septiembre de 2009
CHRISTIAN POVEDA Con la verdad hasta la muerte
• El asesinato del reportero Christian Poveda en El Salvador cuando regresaba de documentar nuevas informaciones sobre las pandillas 04.09.2009
urbanas conocidas como maras ocupó ayer un espacio en todos los programas informativos y hoy es noticia en la prensa escrita porque supone otro eslabón roto en esa cadena que día a día nos une a los periodistas con los lectores, y muestra de nuevo que hay profesionales de la comunicación capaces de mantener su compromiso con la verdad hasta la muerte.
Christian Poveda se encontró con la muerte en una carretera secundaria que une el barrio marginal de El Rosario con la capital, San Salvador, nombres españoles, como su origen familiar de refugiados en Francia, uno de los motivos que le llevó a trabajar en países americanos de habla española, en los que no sólo obtenía imágenes con las que mostrar al mundo que no todo es como se cuenta desde intereses creados, sino que hay gentes en situaciones extremas que se extinguen sin molestar a las que viven sin problemas en su entorno, y también otras que se organizan al margen de la sociedad y son capaces de enfrentarse a las instituciones, configurar escalas de valores y actuar más allá de cualquier ficción imaginable.
Christian Poveda fue capaz de sumergirse en esa sociedad paralela en El Salvador, documentar cómo viven, cómo se organizan, qué ocurre con quien no acepta sus normas en sus barrios, o en las cárceles, cómo se escalan posiciones sociales en el grupo, y también documentó, para evitar el efecto llamada, que se trata de grupos en los que tampoco se respetan los derechos fundamentales de las personas. Y todo ello lo contó en un documental en España, en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que en 2008 premió La vida loca, título con el que quiso informar sin herir a los protagonistas de la obra.
Ahora recordamos que Poveda dijo al presentar su trabajo sobre las maras que había un personaje principal: la muerte, y ese personaje venía persiguiendo al reportero desde que comenzó a trabajar en El Salvador, primero siguiendo la guerra civil en los años 80 y después haciendo fotografías para Paris-Match y Newsweek. Varios de los personajes que aparecieron en el reportaje de La vida loca murieron en los meses siguientes, y diversos informes incluían referencias a que él mismo fue testigo de varios de esos asesinatos.
Lo cierto es que tanto su trabajo como las ideas que lo sustentaban no eran bien aceptadas por la sociedad salvadoreña. Mala imagen para el país, mal ejemplo para los jóvenes, subversión de valores institucionalizados, adjudicación de responsabilidades a líderes sociales y políticos por apostar sólo por la represión y no buscar las causas para frenar el fenómeno.
Por eso Christian Poveda tenía muchos enemigos, o al menos mucha gente que no le quería bien, y en los últimos meses varios de sus amigos fueron confidentes de las malas vibraciones que sentía en su entorno.
Todas las declaraciones que se han conocido en las horas transcurridas desde su muerte coinciden en que él estaba dispuesto a seguir trabajando para que el mundo conociera la realidad que había descubierto. Y también para que se habilitaran políticas que permitieran a los jóvenes que habitan en los barrios controlados por las maras vislumbrar otro futuro mejor.
Así que ahora toca que sus familiares, amigos y compañeros se movilicen para que ese esfuerzo no sea inútil, para que su muerte no se pierda en una estadística de sucesos o de accidentes de trabajo. El cuerpo acribillado de Christian debe ser un peldaño más en esa escalera que las asociaciones de derechos humanos y de defensa de la libertad de expresión estamos construyendo para alcanzar a las más altas instancias internacionales, para que determinen que asesinar o encarcelar periodistas debe ser considerado un delito de la máxima importancia. Y que si se produce en países donde el poder judicial no tiene capacidad para investigarlos y condenar a los culpables, se considere en el ámbito de un tribunal penal internacional competente para este tipo de crímenes contra la libertad.
Estoy convencido de que este era también el objetivo de Christian Poveda.
Christian Poveda, fotógrafo y reportero, nació el 12 de enero de 1955 en Francia y murió en Mauricio Funes (El Salvador) el 2 de septiembre de 2009.
Rafael Jiménez Claudín es secretario general de Reporteros Sin Fronteras en España.
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