Trileros cada vez más violentos en la Rambla
Dos operaciones de la Guardia Urbana en el paseo barcelonés evidencian el giro de unos estafadores muy vigilados
Es una de las obsesiones de la Guardia Urbana. Acabar con la actividad de los trileros y su ¿dónde está la pelotita? para desvalijar a viandantes ha ocupado la actividad de la policía local barcelonesa en el distrito de Ciutat Vella un año tras otro. Ahora se les somete a un marcaje incesante que dificulta su labor. Hace algo más de un año, se intentaba probar ante la justicia que eran un grupo criminal. Ahora, estos amigos de lo ajeno maestros en el engaño han dado un salto adelante. Quizá lo han hecho porque cada vez hay más personas conscientes de sus malas intenciones o porque la crisis se ha llevado por delante los impulsos de avaricia que empujan a poner 20 o 50 euros sobre la cajita que esconde el garbanzo. Los trileros de la Rambla se entregan al robo cuando advierten que la víctima da marcha atrás. La Guardia Urbana ha detenido a nueve de estos estafadores. Algunos están arrestados por robo con violencia por quererse quedar a golpes con el dinero de un incauto.
El trabajo policial de paisano forma parte de las tareas de la Guardia Urbana en la Rambla. Una patrulla de agentes que componen este equipo descubrieron a principios de esta semana a un grupo de estafadores preparando la puesta en escena. Eran siete y se repartían las tareas. Los policías aguardaron. Así, uno de los trileros movía los cubiletes. Cinco hacían de gancho y cuatro realizaban tareas de vigilancia para alertar sobre la eventual aparición de fuerza pública.
Una víctima se acercó. Los animadores compinchados le instaron a apostar; que era fácil. El hombre llegó a sacar un billete de 20 euros, pero enseguida se arrepintió y se negó a apostar. Quiso marcharse de allí. Le avasallaban. Uno de los trileros le arrebató el dinero aduciendo con embuste que lo había perdido en una apuesta que el peatón ingenuo nunca llegó a realizar. En ese instante, los urbanos abandonaron la discreción y se lanzaron sobre ellos. Recuperaron el dinero y detuvieron a siete estafadores.
Esta misma semana se ha dado otro caso que ejemplifica nítidamente cómo la presión policial ha hecho que descienda el número de baterías de trileros actuando en la Rambla -el cuerpo policial dice que había doce y que ahora solo quedan tres-, pero que ha hecho que los protagonistas de este juego ilegal se estén volviendo cada vez más violento.
La patrulla de paisano circulaba por la Rambla. Se oyeron unos gritos que captaron la atención de los policías. Al acercarse, de inmediato descubrieron la figura de un hombre que otro estaba agarrando por el cuello mientras un tercero le empujaba reiteradamente. Ya separados unos de otros, los agentes identificaron rápidamente a los agresores como miembros de una de las baterías de trileros. La víctima relató que mientras paseaba por la Rambla le llamó la atención una partida de trile y quiso curiosear. Los ganchos empezaron a animarle.
A diferencia del caso anterior, en este episodio el incauto apostador no llegó a exhibir el dinero, sólo la cartera, que resultó ser un reclamo demasiado atractivo para estos moradores del lado oscuro de la Rambla. Se echaron sobre él e intentaron quitarle el dinero. La víctima se resistió y entonces, según su relato, uno de ellos le sujetó por el cuello mientras que otro le golpeaba de forma sorda y con fuerza en la zona lumbar. Los guardias urbanos les detuvieron en el acto, mientras el resto de trileros huía. Están acusados de robo con violencia.
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