ESCRITO DE SANTIAGO RAMON Y CAJAL DE 1934,
DE CLAMOROSA ACTUALIDAD. HOY SERIA TRATADO DE FASCISTA
MEMORIA HISTORICA.- DON SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL: LA INGRATITUD DE LOS SEPARATISTAS VASCOS Y CATALANES.
MEMORIA HISTORICA.- DON SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL: LA INGRATITUD DE LOS SEPARATISTAS VASCOS Y CATALANES.
Don Santiago Ramón y Cajal,
gloria de la ciencia española y Premio Nobel de Medicina en
1906:
"...No soy adversario, en
principio, de la concesión de privilegios regionales, pero a condición de que
no rocen en lo más mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional..."
Palabras de Don Santiago Ramón y Cajal
(El Mundo a los Ochenta Años. Parte II». Madrid 1934)
«Deprime y entristece el ánimo, el
considerar la ingratitud de los vascos, cuya gran mayoría desea separarse de la
Patria común. Hasta en la noble Navarra existe un partido separatista o
nacionalista, robusto y bien organizado, junto con el Tradicionalista que
enarbola todavía la vieja bandera de Dios, Patria y Rey.
En la Facultad de Medicina de Barcelona,
todos los profesores, menos dos, son catalanes nacionalistas; por donde se
explica la emigración de catedráticos y de estudiantes, que no llega hoy, según
mis informes, al tercio de los matriculados en años anteriores. Casi todos los
maestros dan la enseñanza en catalán con acuerdo y consejo tácitos del consabido
Patronato, empeñado en catalanizar a todo trance una institución costeada por
el Estado.
A guisa de explicaciones del desvío actual
de las regiones periféricas, se han imaginado varias hipótesis, algunas con
ínfulas filosóficas. No nos hagamos ilusiones. La causa real carece de
idealidad y es puramente económica. El movimiento desintegrador surgió en 1900,
y tuvo por causa principal, aunque no exclusiva, con relación a Cataluña, la
pérdida irreparable del espléndido mercado colonial. En cuanto a los vascos,
proceden por imitación gregaria. Resignémonos los idealistas impenitentes a
soslayar raíces raciales o incompatibilidades ideológicas profundas, para
contraernos a motivos prosaicos y circunstanciales. «
¡Pobre Madrid, la supuesta aborrecida sede
del imperialismo castellano! ¡Y pobre Castilla, la eterna abandonada por reyes
y gobiernos! Ella, despojada primeramente de sus libertades, bajo el odioso
despotismo de Carlos V, ayudado por los vascos, sufre ahora la amargura de ver
cómo las provincias más vivas, mimadas y privilegiadas por el Estado, le echan
en cara su centralismo avasallador.
No me explico este desafecto a España de
Cataluña y Vasconia. Si recordaran la Historia y juzgaran imparcialmente a los
castellanos, caerían en la cuenta de que su despego carece de fundamento moral,
ni cabe explicarlo por móviles utilitarios. A este respecto, la amnesia de los
vizcaitarras es algo incomprensible. Los cacareados Fueros, cuyo fundamento
histórico es harto problemático, fueron ratificados por Carlos V en pago de la
ayuda que le habían prestado los vizcaínos en Villalar, ¡estrangulando las
libertades castellanas! ¡Cuánta ingratitud tendenciosa alberga el alma
primitiva y sugestionable de los secuaces del vacuo y jactancioso Sabino Arana
y del descomedido hermano que lo representa!.
La lista interminable de subvenciones
generosamente otorgadas a las provincias vascas constituye algo indignante. Las
cifras globales son aterradoras. Y todo para congraciarse con una raza (sic)
que corresponde a la magnanimidad castellana (los despreciables «maketos») con
la más negra ingratitud.
A pesar de todo lo dicho, esperamos que en
las regiones favorecidas por los Estatutos, prevalezca el buen sentido, sin
llegar a situaciones de violencia y desmembraciones fatales para todos. Estamos
convencidos de la sensatez catalana, aunque no se nos oculte que en los pueblos
envenenados sistemáticamente durante más de tres decenios por la pasión o
prejuicios seculares, son difíciles las actitudes ecuánimes y serenas.
No soy adversario, en principio, de la
concesión de privilegios regionales, pero a condición de que no rocen en lo más
mínimo el sagrado principio de la Unidad Nacional. Sean autónomas las regiones,
mas sin comprometer la Hacienda del Estado. Sufráguese el costo de los servicios
cedidos, sin menoscabo de un excedente razonable para los inexcusables gastos
de soberanía.
La sinceridad me obliga a confesar que este
movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la
especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar –así lo
proclama toda nuestra Historia– que somos incoherentes, indisciplinados,
apasionadamente localistas, amén de tornadizos e imprevisores. El todo o nada
es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera
poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el
futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar
sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho
común.
Santiago Ramón y Cajal. El Mundo a los
Ochenta Años. Parte II». Madrid 1934.
Sin comentarios a éstas palabras de uno de
los españoles más grandes de los siglos XIX y XX.
mamapidice:Si no se ve bien la entrada, pasar el ratón por encima con el boton izquierdo apretado... gracias!!!!
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