CRONOLOGÍA DE UNA INTOXICACIÓN MASIVA
1 de mayo de 1981: Primer caso en Madrid. Muere el niño de siete años Jaime Vaquero García. Se le atribuye la 'enfermedad del legionario', una neumonía atípica.
9 de mayo de 1981: Se monta un dispositivo sanitario-logístico especial en los hospitales de Madrid. Se administra a los afectados un antibiótico de venta en farmacias.
16 de mayo de 1981: Ya hay 8 muertos y 681 afectados. Se registran casos en Madrid, Valladolid, Palencia, Ávila, Segovia, Sevilla, León y Salamanca.
23 de mayo de 1981: Se averigua que el aceite consumido por la familia Vaquero fue adquirido en un mercadillo. Se localiza el punto de distribución en Alcorcón (Madrid).
9 de junio de 1981: El Laboratorio de Aduanas obtiene la prueba definitiva. Sale a la luz un gigantesco fraude.
10 de junio de 1981: TVE difunde la noticia del aceite adulterado. Durante 40 días se ha creído que la enfermedad se transmitía por vía respiratoria y no digestiva.
26 de junio de 1981: Se abre el sumario para juzgar a los responsables del envenenamiento, que dará lugar al 'juicio de los aceiteros'.
1 de agosto de 1981: 1.100 afectados constituyen la Asociación de Perjudicados por el Aceite Tóxico. Pronto surgirán otros colectivos similares.
12 de abril de 1984: La Audiencia Nacional abre otra investigación para depurar las responsabilidades de altos cargos del Gobierno de Calvo Sotelo relacionados con el caso de la colza, que dará lugar al juicio de los 'altos cargos'.
16 de septiembre de 1985: Concluye la instrucción del sumario. Hay 20.143 afectados reconocidos.
30 de marzo de 1987: Comienza el juicio de la colza en el auditorio de la Casa de Campo de Madrid. Ante el tribunal desfilan 2.500 testigos, 38 abogados defensores y otros tantos acusadores, 208 peritos españoles y 42 extranjeros.
20 de mayo de 1989: La sentencia condena a trece aceiteros. Ingresan en prisión J. M. Bengoechea (20 años), Ramón Ferreiro (12) y Jorge Pich (10). El tribunal considera que no hubo homicidios, sino delito contra la salud pública e imprudencia temeraria profesional. Se establecen indemnizaciones de 90.151 euros para los herederos por persona fallecida, y de 901 a 540.910 para los afectados, según síntomas y grado de invalidez. El tribunal rechaza declarar responsable civil subsidiario al Estado.
29 de mayo de 1991: Cuatro millones de litros de aceite de colza están almacenados en el puerto de Santander, pendientes de su traslado a Dinamarca para ser destruidos.
15 de junio de 1991: Anulado el juicio oral contra altos cargos.
27 de abril de 1992: El Tribunal Supremo revisa la sentencia y amplía de 20 a 50 años las penas impuestas por la Audiencia Nacional a J. M Bengoechea; de 12 a 20 a Ramón Ferreiro y de 10 a 20 a Jorge Pich.
Y a penas que oscilan entre los 4 meses y los 12 años a Fernando Bengoechea, Elías Ferrero, Cándido Hernández, Enrique Salamo y Ramón Alabart.
29 de agosto de 1995: El juez Bueren decide procesar a un grupo de altos cargos del Gobierno de UCD. Abre la posibilidad de que el Estado asuma las indemnizaciones.
9 de octubre de 1995: Comienza el juicio de los 'altos cargos'.
24 de mayo de 1996: La Audiencia Nacional condena a Manuel Hernández Bolaños, ex jefe del Laboratorio Central de la Dirección General de Aduanas, a 120 euros de multa por imprudencia simple. Absuelve al resto. El Estado deberá pagar indemnizaciones millonarias que se descontarán de los anticipos dados por la Administración a los perjudicados en concepto de ayudas familiares. Algunos, incluso, se ven obligados a devolver dinero.
2 de octubre de 1997: El Supremo rectifica a la Audiencia Nacional. Eleva la pena a Hernández Bolaños a seis meses de prisión por imprudencia temeraria y decreta la misma pena para otro procesado, Federico Povedano. Duplica la cuantía de las indemnizaciones hasta unos 3.000 millones de euros, condena al Estado a pagar todo y evita los descuentos.
23 de febrero de 1999: La Audiencia Nacional comienza a ejecutar los pagos.
14 de mayo de 2001: Margarita Ladona, del Instituto Municipal de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, y Manuel Posada, del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid, presentan los últimos avances en la investigación del síndrome. Comprueban que la mutación de un gen influyó en la capacidad de enfermar.
1 de diciembre de 2005: La Audiencia Nacional anuncia que en pocas semanas se resolverán los últimos 90 expedientes.
1 de mayo de 2006. El brote epidémico sigue siendo un desafío científico. Los 17.000 afectados exigen su equiparación con las víctimas del terrorismo.
HACE 25 años. Leopoldo Calvo Sotelo gobierna en España. El país sufre un intento de golpe de Estado, negocia su adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aprueba la ley del divorcio en el Congreso. Los Secretos cantan 'Déjame', el 'Guernica' de Picasso llega desde Nueva York y se estrena en TVE 'Verano Azul'. Se diagnostica en EE. UU. el primer caso de sida en el mundo y en España se vive una pesadilla médica: miles de personas consumen aceite de colza adulterado, enferman y mueren. Lo llamarán 'síndrome del aceite tóxico', una enfermedad distinta, desconocida para la Medicina y sin vacuna, huérfana de referencias, veneno sin antídoto que ataca a más de 20.000 personas en el centro y el noroeste de España, de las que cerca de 700 fallecieron.
Se captura y condena a los responsables de la desnaturalización del aceite, la distribución y su comercialización. Las víctimas acabarán acusando al Estado por su desidia al haber permitido la venta de garrafas de grasa como oliva pura. La «imprudencia temeraria» va a saldarse con una indemnización millonaria: unos 3.000 millones de euros (más de medio billón de las antiguas pesetas), de los que ya se han pagado más de 2.375 millones.
Son muchos los nombres. Ha quedado uno para la historia: el del niño de siete años Jaime Vaquero, la primera víctima de la colza. Fallece en Madrid el 1 de mayo de 1981, Fiesta del Trabajo. Tal día como hoy. Se le diagnosticó una neumonía atípica y la 'enfermedad del legionario' o legionelosis, llamada así porque fue descrita por primera vez después de un brote mortal de neumonía en una convención de legionarios en 1976.
Síntomas nuevos
Pero lo que tenía Jaime no era la legionela, era grasa extraída de las hojas de la colza que, por un refinado defectuoso, sabía a aceituna fuerte. Cinco lustros y cuatro Gobiernos de tres colores después (Leopoldo Calvo Sotelo, UCD; Felipe González, PSOE; José María Aznar, PP; y José Luis Rodríguez Zapatero, PSOE), del rastro dejado por el reguero de aceite tóxico dan fe los 17.000 afectados que purgan su experiencia y viven sin saber qué nuevo síntoma les depara el mañana. Les ponen voz Antonia Seco de Herrera, Fernando Lago, Juan Antonio Sánchez, Irene Llisterri y Encarnación Hidalgo, de la Coordinadora Nacional de Asociaciones de Afectados, con sede en el barrio madrileño de Moratalaz. En ese mal sueño en que están inmersos desde 1981, han vuelto una y otra vez sobre sus pasos «para evitar caer en el olvido». «Sólo cuando el último afectado fallezca, la historia de la epidemia por aceite tóxico se cerrará».
Ciertas desgracias parecen no haberse movido de lugar. Los cinco se dejan estar al sol en una calle de Moratalaz, en el mismo lugar donde un día de 1981 decidieron hacer piña. Nada en su aspecto externo evidencia el síndrome, aunque éste marchite sus entrañas día a día: hipercolesterolemia, hematomas faciales, hipertensión, fatigabilidad precoz, astenia, calambres, mialgias, pérdida de fuerza, cefaleas, tos seca, ansiedad, problemas de locomoción, precisar ayuda para llevar a cabo actividades cotidianas. Secuelas indefinidas en el tiempo que aparecen de forma aislada o en combinaciones. El 10% de los pacientes tiene reconocida una discapacidad permanente. De ellos, dos terceras partes son mujeres. «Dice que tenemos buen aspecto, imagínese si no tuviéramos el síndrome cómo de bien estaríamos», plantean. Todos los tocados por el mal tienen, como mínimo, un órgano lastimado.
Dentro de la sede hay un olor a intenso pasado. Las paredes repletas de momentos fotografiados: el juicio multitudinario en la Casa de Campo, el canje de los bidones del aceite malo por bueno, los campamentos improvisados frente a La Moncloa, compañeros ya fallecidos con el rostro marcado por la colza, familias en manifestación tras la pancarta... «Nos hemos encerrado hasta en el Arzobispado. Cuando trataron de echarnos, preguntamos: '¿Esto no es la casa de Dios?'. ¿Sabes lo que nos respondieron?: 'No, son las oficinas'».
Algunas instantáneas se paralizaron en el blanco y negro. En color, otras muchas. Hay carpetas en las vitrinas llenas de documentos manoseados. Ordenadores anticuados, sillones con el cuero de los brazos desgastado, el timbre del teléfono que enmudece a veces. Un jersey olvidado sobre la mesa, una escoba, colillas en el cenicero, vasos, cubiertos y una cafetera hacen hogar.
Las víctimas de la colza vienen a hablar de presente. De los 25 años que llevan inasequibles al desaliento, aunque tantas veces impere la sensación de abandono y malquerer. «Lo primero que hace el síndrome es dejarnos sin fuerza física», apunta Fernando Lago, afectado «por simpatía» (es su mujer la enferma) y coportavoz del colectivo de Moratalaz junto con Antonia Seco de Herrera. Fuerza física, que no moral para pedir a viva voz, y esto es novedad, que «merecemos recibir el mismo tratamiento administrativo que las víctimas del terrorismo». Hace un par de meses se cerraron los últimos expedientes que ordenaban el pago de indemnizaciones a damnificados por la colza, desde que la Audiencia Nacional comenzara a ejecutarlas en 1999, a un ritmo de 300 expedientes al año.
Pero los afectados no han interrumpido en ningún momento, desde hace más de dos décadas, su lucha. Asisten cada martes de pleno al Congreso de los Diputados. Apostados en la entrada de la Cámara Baja, «no vayan ustedes a olvidarse de las víctimas de la colza», recuerdan a sus señorías que «con la liquidación de las indemnizaciones no queda zanjado el asunto».
La teoría y la práctica
Les entregan un documento de treinta páginas que tiene de portada un diseño muy gráfico, una calavera detrás de dos frascos de aceite, y que también han hecho llegar a la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales. Ahí explican que supervivientes del brote epidémico y víctimas del terrorismo tienen, «en teoría», un sistema de protección similar que incluye atención sanitaria y psicológica, concesión de becas y prestación de subsistencia. «Los primeros lo hemos mantenido gracias a nuestras constantes movilizaciones y enfrentándonos una y otra vez al intento de extinguir la ayuda económica familiar complementaria que recibimos».
No así sucede entre los segundos. La Ley de Solidaridad con las Victimas del Terrorismo sostiene en el artículo dos del apartado cuatro que «las indemnizaciones serán compatibles con las ayudas, compensaciones o resarcimientos percibidos o que pudieran reconocerse en el futuro».
«Hay más diferencias -matiza Antonia Seco-. Las pensiones por colza oscilan entre los 200 y los 400 euros; para las víctimas del terrorismo se establece un mínimo de 1.539 y, en todo caso, siempre equivalente al triple del salario mínimo interprofesional (SMI) vigente en cada momento». El precio del estropicio de la colza también toma la referencia del SMI de 1981. Fernando Lago traga rabia: «Ha sido un trabajo de hormiga, pero no se nos ha dedicado un monumento honorífico jamás. Sanidad nos ha invitado a un seminario sobre enfermedades raras en septiembre. Claro que iremos, pero a concentrarnos en la puerta por un espacio propio en la memoria histórica». Aunque sea sin un final feliz.
7 comentarios:
De hecho, el dr Muro no halló ( y esto en corcordancia con posteriores investigaciones realizadas tanto en EEUU como en UK) en las primeras victimas ninguna relacion de agente infeccioso en el proceso del desarrollo de los sintomas. Tanto es asi que la investigacion avanza en el sentido de que la enfermedad debió producirse por ingesta de producto toxico. Esto fue continuamente refutado y pasado por alto por los responsables del Estado. Tanto es asi que de repente se asume la intoxicacion como causa, sin haber aportado estos prueba alguna. El dr Muro ya habia explorado la posibilidad de que el producto, cuyos sintomas eran exactamente iguales a los producidos por los insecticidas organofosforados, hubiera sido adquirido en mercadillos ambulantes tras una ardua tarea de investigacion de campo(fue destituido al cuarto dia de la intoxicacion)con recursos insuficientes, y aun asi siempre por delante de los cientificos especializados de la administracion. Despues de analizar todo tipo de productos llego al aceite de colza, el cual investigó. Es cierto que estaba adulterado, pero EN NINGUNA PRUEBA SE REPITIERON LOS SINTOMAS que padecian los enfermos.
"En cuanto al conocimiento que los poderes decisorios tenían de las investigaciones y conclusiones del cesado director en funciones del Hospital del Rey, y para que nadie alegue desconocimiento,reproduzco la lista que elaboraron los doctores , Martínez Ruiz y Clavera Ortiz, en agosto de 1984 en su trabajo:
En concreto el Dr. D. Antonio Muro ha presentado la base de su investigación y la disponibilidad de su detallamiento en las siguientes ocasiones, a nuestro entender más que suficientes, para una respuesta que nunca ha recibido:
Al Secretario de Estado para la Sanidad Dr. Luis Sanchez-Harguindey le informó verbalmente:
- a diario durante Mayo y Junio de 1981.
- semanalmente durante Julio y Agosto de 1981.
- esporádicamente, siempre que el avance de las investigaciones lo hacía interesante, a partir de Septiembre de 1981.
- Al PSOE, a través de D. Ciríaco de Vicente Martin hasta el 28 de Julio de 1981, y posteriormente ha sido informado D. Pablo Castellanos, presidente de la Comisión de Justicia del Congreso.
- A D. Manuel Fraga Iribarne en su despacho de c/ Silva él día 14 de Septiembre de 1981 y al Senador por Orense encargado del tema del S.T. D. Julio Burriarán en el mes de Junio de 1984.
- Al Minist. de Sanidad en reunión de más de 6 horas de duración el día 34 de Noviembre de 1981, el contenido completo de esta reunión fue registrado por el Iltre. Sr. Notario D. Antonio Fernández Golfín y a la que asistieron diversas personalidades de dicho Ministerio.
- A la comisión de Encuesta Congreso-Senado para el Síndrome Tóxico en varias sesiones durante Diciembre de 1981 y Enero de 1983, a la que se aportó todos los documentos que solicitaron cúyo contenido consta en el libro de sesiones de la citada Comisión y copla de todo ello se encuentra en el Sumario 129/81.
- Al Iltre. Sr. Juez D. Alfonso Barcala Trillo-Figueroa, el día 5 de Marzo de 1982, en forma privada.
- Al Excmo. Sr. Fiscal de la Audiencia Nacional D. Miguel Ibáñez, los días 10, 11 y 12 de Marzo de 1982.
- A la opinión pública, a través de artículos publicados en la sección de Tribuna Libre del periódico «El País» sobre:
- Alteraciones Neuromusculares en el Síndrome Tóxico.
- Alteraciones del sueño en el Síndrome Tóxico.
- Alteraciones de la Cronobiología en el Síndrome Tóxico.
Se prohibieron publicar otros dos artículos ya entregados sobre:
- La Osteoporosis en el Síndrome Tóxico.
- Filosofía de la Investigación en el Síndrome Tóxico.
- Filosofía de la Investigación en el Síndrome Tóxico.
Visto lo cual, ya no entregó más.
- Al Iltre. Sr. Juez D. Alfonso Barcala Trillo-Figueroa del Juzgado de Instrucción N.º 3, citado a requerimiento de la acusación particular (Sra. Paquita Sauquillo) los días 23 y 24 de Abril de 1983.
- Entrega al Iltre. Sr. Juez D. Alfonso Barcala Trillo-Figueroa, en propia mano, de «Plan de Investigación para encontrar al Agricultor», (cuyos productos dieron origen al Síndrome Tóxico). Entregado entre el 3 y 5 de Mayo de 1983.
- Entrega al Excmo. Sr. Ministro de Sanidad y Consumo D. Ernest Lluch con carta personal al mismo a través del Dr. Fernando Montero de «Proyecto de Investigación sobre el origen del Síndrome Tóxico». Julio 1983.
- Al Juzgado de Instrucción n.º 3: diversa documentación a requerimiento de la Policía Judicial, por orden del Sr. Juez en virtud de la solicitud de la evaluadora Dra. Susana Sans: Octubre de 1983.
- Conocen la investigación: El Ministro de Justicia Sr. Ledesma y el Fiscal General del Estado Sr. D. Luis Antonio Burón Barba, cuya hija Cristina Burón y nieta Idoya Castañón Burón, se encuentran afectadas por el Síndrome Tóxico. Junio 1984.
- Al Partido Comunista de España a través de D. Miguel Núñez Pérez (del Partido Socialista Unificado de Cataluña) y de los parlamentarios comunistas de la Comunidad Autónoma de Madrid. Mayo 1984.
- A Convergencia i Unió (CIU) a través de D. Florentino Pérez, con el que contactó a través del químico Sr. J. Miguel Avendaño, al cual también informó ampliamente de sus Investigaciones. Junio 1984.
- Al Partido nacionalista Vasco (PNV) a través de distintos parlamentarios vascos. Junio 1984.
- Ha mantenido constantemente informado al Dr. Antonio Urbistondo Agrasot, (Director Provincial de la Salud de Madrid hasta hace 2 meses), desde el día 2 de Mayo de 1984, en que por ser el Dr. Urbistondo superior jerárquico del Dr. D. Antonio Muro, éste le informó de la posibilidad de la existencia de una enfermedad nueva y probablemente del Inicio de un epidemia, hasta la actualidad.
Ha mantenido informado constantemente al Ministro de Sanidad D. Ernest Lluch y al Subsecretario del Ministerio de Sanidad D. Pedro Sabando a través del Subdirector General de Establecimientos Farmacéuticos D. Fernando Montoro, aportándole documentación que demuestra los errores y fallos de los trabajos realizados por el Instituto Nacional de Toxicología y el Centro Nacional de Alimentación y Nutrición de Majadahonda.
- Ha informado y suministrado información, siempre que se le ha solicitado, a los afectados por el Síndrome Tóxico a través de la Federación Provincial de Afectados de Madrid y a la Federación Nacional y siempre que algún resultado de la investigación tuviera interés. Tras mas pruebas, el dr Muro no dio por valida la teoria de la colza por varios motivos:
«1. Si es el aceite, ¿cómo se explica la discriminación intrafamiliar? Esto es, parece ser que es muy rara la afectación de toda la familia; siempre permanecen invulnerables alpino o algunos de los miembros. Por lo que, dado que el aceite es consumido por todos, o bien no es el aceite el culpable, o existen diferentes sensibilidades en unas personas, o diversas resistencias en otras, por lo que convendría saber qué estudios se han realizado en este sentido, por quién, a qué grupos familiares y en qué establecimientos.
»2. ¿Cómo se explica la discriminación interfamiliar? Intrafamiliar es dentro de la familia, en la composición de la familia; interfamiliar es entre familias, la discriminación que la enfermedad hace entre familias. Pues es conocido que el “garrafista” ha vendido a lotes completos de vecinos, y solamente han enfermado los del 2.º F, los del 7.º C y los del 1.º B, mientras que el resto permanecen sanos, a pesar de que las garrafas se hablan llenado en el mismo momento, del mismo tanque, y fueron vendidas en el mismo día.
»Luego, hay otra cosa muy importante y es que en toxicología, si te enfrentan a un tóxico nuevo y no has tenido un proceso de mitridatización, no hay resistencias, al igual que no hay un período de incubación, porque no estamos hablando de seres vivos que tengan que multiplicarse, sino que estamos hablando del enfrentamiento a un tóxico, vamos a llamarlo, a un veneno; y si ahora repartimos aquí una taza de café con estricnina o tenemos una toxina estafilocócica, u otra, nos afecta a todos en proporción a la dosis consumida, y se libra aquél que no lo haya consumido; esto pasa con todos los tóxicos en general, esto es normal. Entonces hay unos conceptos de cuando se creía que era una cosa bacteriológica, que puedes pensar en una incubación, en una reproducción, del agente… a cuando se pasa a creer que es un tóxico en el que tienes que prescindir, por ejemplo, de reproducciones del agente, y entonces ya sólo influye la dosis del tóxico.
»3. ¿Cómo se explica que sea cierto que todas las familias con enfermos hayan consumido aceite de garrafas sin etiquetas, pero desde hace más de diez años y procedentes de fábricas diferentes, de localidades diversas, con mezclas distintas, y que no llevan todas en su composición aceite de colza; otras se componen de granillo, de uva, otras de girasol o cárcamo, algodón, trioleínas o palmito, lo que indica muy variadas mezclas con sólo el hecho común del envase en garrafas de casi cinco litros, sin etiqueta, cuyo consumo es costumbre inveterada en los barrios periféricos de Madrid y en las localidades periféricas de su alrededor?
»4. ¿Cómo se explica el gran número de aceites consumidos por familias con enfermos que se han conseguido recuperar de la garrafa culpable, pero cuyo análisis ha evidenciado que son aptos para el consumo humano por no contener sustancias tóxicas, como acreditan los análisis realizados en los centros competentes?
»5. ¿Cómo es posible —si el aceite es el culpable— la existencia de familias con afectados que no han consumido jamás estos aceites, sino otros embotellados por marca conocida y acreditada?».
«6. ¿Cómo se explica que aparezcan productos de la biotransformación del tóxico en los enfermos, que no pueden tener relación química alguna con los tóxicos detectados en los aceites?
»7. ¿Cómo se explica que las dosis a que se encuentran los tóxicos en el aceite, habida cuenta de que el aceite, medio posible de consumo diario, no alcanza ni con muchísimo la dosis tóxica, y sin embargo se les atribuye el origen de la enfermedad?
»8. ¿Cómo es posible que los cuadros clínicos que producen los tóxicos detectados no se parezcan en nada al que nos ocupa, que es un proceso nuevo, y los tóxicos encontrados son utilizados de antiguo, y estas mezclas son conocidas desde hace mucho tiempo?
»9. ¿Cómo es posible que enfermen cuatro familiares a primeros de mayo, que al ser ingresados dejan de ingerir el aceite, y las tres cuartas partes restantes de la garrafa sean consumidas por el resto de los familiares (porque hasta el 10 de junio no se sabía que era el aceite), y sin embargo estos familiares permanezcan indemnes?
»10. ¿Cómo es posible un fraude comercial económico, en un producto con márgenes muy estrechos, que se realiza con la adición de cien productos químicos tóxicos, que tienen un elevado precio en el mercado? —Esto es lo que se decía en la época en que el Dr. Muro elaboró estos 16 puntos—. ¿No sería más lógico que no se sabe lo que ha sucedido? Que por otra parte es muy sencillo: simplemente una desnaturalización con un colorante, una decoloración y una recoloración mediante conocidos sistemas en los medios aceiteros. (Porque una de las cosas que hicimos, era preguntar cómo se desnaturalizaba, cómo se renaturalizaba, cómo se añadían los colorantes; teníamos los albaranes de quién, los había vendido; nos cupo una duda, cuando sabíamos por ejemplo que habían sustituido con amarillo naranja el betacaroteno y que el suministrador les dijo que era igual y que se lo ponía al mismo precio. No sabíamos lo que era esto, ni hubo forma de averiguarlo, así al principio, y entonces nos quedaba la duda de si fuera ése el tóxico; cuando luego supimos la composición pues ya no hubo problema. Y en cuanto a la primera denominada acetilanilida, eso era imposible, porque no podía ser tóxico, porque además suponía la unión de una amina, la anilina, con el ácido acético del vinagre, que no tiene nada que ver; eso fue un error, como luego se reconoció por los de Aduanas. En cuanto a la oleoanilida que es una sustancia inerte, que se ha usado para muchas cosas como la linoleoanilida, que es el aceite linoleico más importante de la colza, que se ha usado por ejemplo en el tratamiento de la hipercolesterolemia en el Japón, como dijeron los americanos con la bibliografía que aportaron. Vamos a no hablar de eso porque no merece la pena).
»11. ¿Por qué no enferman o mueren los animales domésticos de las familias afectadas, que se han nutrido de los restos de los alimentos, mientras aseguran en Majadahonda que los ratones, animales muy resistentes, mueren con gravísimas lesiones hepáticas, renales, cerebrales y de toda su economía?».
«12. ¿No será que nos encontramos ante uno más de los fraudes existentes en los alimentos, pero que no tiene nada que ver con la causa de esta epidemia?
»13. ¿Qué estudios se han realizado sobre la excreción o eliminación de metabolitos o productos de desintegración que permitan detectar la biotransformación del tóxico y quizás hasta inferirle en lágrimas, moco nasal, orina, heces, exudado vaginal, leche materna o sangre?
»14. ¿Qué estudios de detección del tóxico se realizan en los enfermos y cadáveres, por qué personas, dónde y en qué establecimientos y sobre que grupo de enfermos, y qué resultados se han obtenido hasta ahora?
»15. Al parecer ha habido enfermas con embarazo de pocos meses en los que se han producido muertes intra útero. Interesa conocer: cuántos han sido; si los estudios realizados sobre estos abortos —ya que el material fetal es muy interesante— pues permiten conocer la agresividad y selectividad de la sustancia tóxica sobre los tejidos embrionarios. (Me consta la donación de un feto de éstos por un matrimonio, con el que he estado, en San Sebastián de los Reyes, y sobre ese feto, que yo sepa, los trabajos que se han realizado, eran de otro tipo).
»16. ¿Qué seguimiento se realiza a las embarazadas enfermas? ¿Se ha concentrado la actuación en un solo lugar? ¿Dónde? ¿Cuál ha sido el equipo designado para los cuidados y estudios de embarazos, partos y edades posteriores?».
Posteriormente se investigaron,cuando se llegó a un callejon sin salida en el cual no habia manera de demostrar que en los laboratorios no se reproducian las intoxicaciones, las sustancias anilinas y anilidas, las cuales no producian en las dosis expresadas,ni en mayores cantidades, los sintomas del sindrome toxico. No obstante se denuncio en varias ocasiones las malas praxis con el fin de culpar al aceite. Repito: las sustancias que culpaban al aceite no producian los sintomas del sindrome. En la practica totalidad de los experimentos.
Importante es tambien la grafica de la epidemia, en la cual descienden la aparicion de casos mucho antes del aviso y aun mas de la retirada del aceite. Lo cual dejo al dr Muro otra via a investigar. Los pesticidas en los productos de mercadillo (tomates, pimientos). Las recogidas de muestras de estos productos y de los pesticidas organofosforados de los agricultores llevaron a los mismos sintomas en las pruebas con ratones. Que nos sigan diciendo a dia de hoy que fue el aceite de colza no es de recibo. Remitanse a la documentacion oficial y a las publicaciones veraces de aquellos investigadores que tanto se esforzaron -y algunos otros no-, para conocer la verdad. Y en vez de que se repita hasta la saciedad que la tierra es plana, por mucho que nos lo diga un politico, NO ES CIERTO SI NO CONSIGUEN DEMOSTRARLO. Por supuesto, una gran clave de que la farsa siguiera adelante consistía en el asunto de las indemnizaciones. Si no firmas que tomaste aceite no cobras. Era requisito indispensable, por lo que no hace facil determinar cuantos tomaron realmente el aceite y cuantos enfermaron. Ya sea por tapar una mala gestion, como por presiones o por cuestiones de mercado economico -no voy a entrar en el debate sobre guerra quimica aunque puede ser una hipotesis mas- se ha quedado grabado a fuego en nuestro subconsciente el que fue el aceite de colza el que envenenó a tantísima gente, cuando cientificamente está demostrado que una intoxicacion por anilinas y anidinas en las proporciones que tenia el aceite no podian provocar el sindrome, y ni aun a mas altas dosis.
Un saludo, y gracias.
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