LA REGION
Las víctimas de la talidomida presentan una demanda colectiva
Un fármaco utilizado entre 1957 y 1963 en las embarazadas para combatir las náuseas afectó a más de 5.000 bebés
! Héctor Díaz. OURENSE - 13-06-2011 Entre los años 1957 y 1963 las mujeres embarazadas tenían a su alcance un medicamento para combatir las náuseas: la talidomida. Se trataba de un fármaco muy común dispensado a un precio modesto y financiado por la Seguridad Social. La talidomida era un compuesto que se utilizaba tanto para hombres como para mujeres, ya que combatía la ansiedad y el insomnio.
Belén Seara es una de las ourensanas que respalda la demanda colectiva contras los laboratorios farmacéuticos)En pocos años se extendió su uso por más de 50 países bajo 80 marcas comerciales diferentes. En aquellos primeros años se ignoraba que el fármaco iba a provocar tremendas secuelas a los hijos, que nacían con alguno o varios sus miembros deformes o con cardiopatías irreversibles que acaban provocando la muerte. Nadie había pensando en los efectos secundarios de este fármaco, ya que las compañías lanzaban al mercado productos sin hacer ensayos de larga duración, como en la actualidad, que desde que se definen los principios activos de cualquier fármaco hasta que salen a la venta pueden pasar hasta 10 años.
Las consecuencias de la talidomida fueron devastadoras, ya que se calcula que más de 50.000 bebés nacieron mutilados en todos los rincones del planeta. Los cálculos cifran los afectados en España en 5.000, país en el la situación fue peor porque los sucesivos gobiernos desde la Dictadura a la Democracia silenciaron los casos, negaron su apoyo a los afectados y ni siquiera les ayudaron a pedir compensaciones económicas a la empresa farmacéutica que lo distribuyó Chemie-Grünenthal, como sí hicieron otros países.
El próximo 20 de junio 196 afectados que pertenecen a Avite (Asociación de Víctimas de la Talidomida) interpondrán en un juzgado de Madrid una demanda contra Grünenthal, así como contra la empresa belga UCB Pharma que también vendió este compuesto hasta finales de los 60.
Esa demanda colectiva estará respaldada también por la ourensana María Belén Seara (1963). Aunque ella se considera 'un caso light', porque la talidomida sólo dejó su huella en uno de sus pies. Cree que pudo ser mucho peor, pero la prensa de la época ya se estaba haciendo eco de los casos que iban surgiendo en todo el mundo y eso la salvó.
'Mi padre trabajaba en la oficina del Banco Pastor de A Rúa y un día leyó en el periódico un artículo sobre niños que estaban naciendo con malformaciones porque sus madres habían tomado talidomida durante el embarazo. Mi madre fue al médico y le recetaron ese medicamento porque tenía mareos. Afortunadamente apenas había tomado las pastillas y por eso los efectos de la talidomida en mí fueron menores que en otros casos'.
La vida de Belén transcurrió con relativa normalidad, aunque siente que le robaron un trozo de la infancia. 'El primer día que fui a clase con mis sandalias nuevas volví a casa llorando y preguntándole a mi madre porqué mi pie no era como el del resto de las niñas. Mi madre me dijo que no preocupara y que esas sandalias las íbamos a tirar'.
La infancia fue la etapa más difícil, pero poco a poco fue asumiendo que no podía hacer cosas que otras niñas sí podían. Le molestaba especialmente ir a la piscina y aún hoy siente rechazo a mostrar los pies en público. Desde pequeña tuvo que acudir de forma frecuente al traumatólogo para que controlara la evolución de los huesos. 'Me obligaban a andar con plantillas en los pies y me advirtieron que no podría andar nunca con tacones. Pero la verdad es que he hecho vida normal, me he puesto tacones y he salido a bailar siempre que he querido'.
Sus padres se lo ocultaron durante tiempo porque se sentían culpables, algo que resulta muy frecuente entre los progenitores. Hoy su madre, con principios de alzheimer, ya no puede darle más referencias de aquellos años.
Cinco mil afectados, pero sólo 300 vivos
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