miércoles, 3 de junio de 2009

DANNY LA RUE el primer drag queen de la historia



OBITUARIOS|DANNY LA RUE
El mejor artista de variedades británico

* 03.06.2009

EDUARDO SUAREZ

Bob Hope dijo de él que era «la mujer más glamourosa del mundo». Un título que juzgará hiperbólico quien no haya visto actuar a Danny la Rue pero que siempre saludó jubilosa la legión de admiradores que lo convirtió en el artista de variedades más celebrado del Reino Unido en los años 70.

Danny la Rue era el hijo de una familia católica de Cork, pero su reino eran los clubes de tenue reputación del Soho londinense. Allí fue donde fue sacando brillo a su estilo, actuando envuelto en penachos de plumas, sostenes de lentejuelas y pelucones rubios. En aquellos cabarés conoció el favor de artistas como Marlene Dietrich o Elisabeth Taylor y de miembros de la realeza como Rainiero o la princesa Margarita, a los que imitaba con sorna en sus espectáculos y que sin embargo se dejaban ver a menudo con él, incapaces de resistirse a su magnetismo.

Nunca escondió su homosexualidad pero tampoco hizo bandera de ella. Sí la hizo en cambio de su religión católica, que le ayudó a llevar una vida monógama con el amor de su vida -Jack Hanson- y a mantener siempre un altar con santos junto a su mesilla de noche.

Es imposible enumerar todos sus espectáculos. Baste decir que fue el primer travestido en actuar delante de la Reina y que en su mejor momento era capaz de llenar los teatros con más aforo de Londres. A las plumas de vedette unía un humor que bordeaba sin traspasar la frontera de lo chabacano y que sabía cómo vencer el tedio de las parejas de mediana edad. «Una vez estuve en palacio», decía uno de sus chistes más célebres, «y la Reina me dijo: 'Arrodíllate'. Y yo entonces le dije: 'Si hubiera sabido que era ese tipo de fiesta, habría venido antes'».

Monaguillo de la parroquia de Saint Patrick, la carrera de Danny arrancó en una función parroquial, pero no tomó cuerpo hasta su servicio militar en la Marina británica. Interpretando a una indígena en una obra de teatro a raíz de la cual John Gielgud le recomendó que se tomara su vis cómica más en serio.

Lo hizo pero no de inmediato porque lo primero era ganarse la vida. Primero como panadero y más tarde como mozo cristalero. Un oficio que compaginó con su primer empleo nocturno en un cabaré, que aceptó a condición de que en el programa no apareciera su nombre.

El nombre artístico se lo encasquetó el empresario que lo contrató, que le espetó: «Me recuerdas a París y al Folies Bergere. Pareces tan largo con tus plumas que he pensado que te llamaré Danny la Calle. O sea Danny la Rue». Un nombre que ya nunca le abandonaría y que pasearía por los escenarios hasta que casi no se tuvo en pie.

A finales de los 70 Danny estaba en el cenit de su carrera. Había amasado una fortuna que incluía dos hoteles, sendas casas en Hamstead y Henley y un castillo de 12 habitaciones en Francia. La suerte se acabó en 1983. Primero quebró su compañía teatral y luego fue víctima de una estafa multimillonaria. Dos años después, falleció de un infarto cerebral el amor de su vida.

«¿Dónde está Dios ahora?», le decían entonces los cínicos. A lo que Danny respondía: «Está todavía ahí. Quizá pensó que me había sacado pecho demasiado y necesitaba aprender una lección. Se llevó sólo mi dinero pero no mi talento». Un talento que todavía lo acompañaría por Estados Unidos, Francia, Australia y Nueva Zelanda recaudando fondos para la lucha contra el sida y otras causas benéficas.

Murió en el umbral de la indigencia, alojado en casa de la mujer que hilvanó sus mejores vestidos. Nunca dejó de presumir de su mayor logro: no haber cancelado en 50 años una sola función.

Danny la Rue, cómico, nació en Cork (Irlanda) el 26 de julio de 1927 y falleció en Kent (Reino Unido) el 31 de mayo de 2009.

No hay comentarios: