martes, 15 de julio de 2014

Y pensar que hace años era la tierra en donde las familias hacian fortuna...quien ta ha visto y quien te ve!!!

Televen, la emisora de televisión privada venezolana que se creó en el año 1988,  está emitiendo su programa diario de noticias, sucesos y debates sin que se haya interrumpido nunca en los últimos 15 años de gobiernos revolucionarios. Minuto a minuto, hora por hora, durante 24, nos explica la desgracia que supone para Venezuela ser gobernada por el Partido Socialista Unido y presidida por Nicolás Maduro. Únicamente una vez a la semana José Vicente Rangel, veterano periodista de izquierdas, tiene un programa donde entrevista a personajes del chavismo. Decenas de otras televisiones privadas siguen emitiendo cotidianamente tremendas críticas al Gobierno. Según lo que éstas aseguran, en el país no hay harina, ni aceite, ni azúcar, ni pan. No hay agua y no se puede cocinar por la falta de gas y la gente prácticamente vive en la Edad de Piedra, alumbrándose con velas y comiendo hierba.

Más de 115 periódicos se publican en papel en Venezuela, de ellos el 90% pertenece a empresas privadas que están indignadas con los planes de redistribuir la riqueza en el pueblo venezolano, que comenzaron a implantarse con el triunfo electoral de Hugo Chávez, y que así lo publican diariamente desde hace 15 años. Todos ellos dedican enormes páginas a informar de las violaciones de derechos humanos cometidas por el Gobierno del país, publican diariamente artículos de opinión, editoriales, entrevistas, chistes, viñetas, columnas, dedicados a acusar a todos los dirigentes chavistas de corruptos, ineptos, enchufados e ineficaces.

En 1998, cuando Chávez ganó sus primeras elecciones, existían 331 radios privadas, en 2010 eran 466. Las radios públicas son 250 y las comunitarias 243. En 1998 eran 32 las televisiones privadas, hoy alcanzan la cifra de 61, y entre ellas destacan Venevisión, Televén y Globovisión.

Frente a estas cifras de la presencia de medios de comunicación privados, en esta supuesta dictadura bolivariana, los españoles fuimos convenientemente informados del escándalo que supuso que a una de ellas, RCTV, no le fuera renovada la conexión pública y tuviera que verse reducida a emitir por cable. Era el ejemplo perfecto de la persecución de la libertad de expresión a que se dedica el chavismo.

Los gobiernos revolucionarios han permitido que todas las grandes empresas internacionales sigan operando en el país, con la excepción de hidrocarburos. En competencia con las operadoras de telefonía públicas Movilnet y Cantv, Digitel y Movistar siguen trabajando tranquilamente en el país. Y por supuesto La Polar, Nestlé, Coca-Cola, Philips y tantas otras que dominan el mercado de alimentos y nuevas tecnologías. Las consecuencias son que el abastecimiento de productos básicos se encuentra a merced de las directrices de las empresas que no suelen ser chavistas.

Igual que en el Chile que organizó el golpe contra Allende, la escasez de productos básicos se provoca por la estrategia de la burguesía para minar la credibilidad del Gobierno. La falta de papel higiénico se convirtió en el tema sacramental de las quejas de la clase media y burguesía, que en cambio tienen los centros comerciales privados llenos de ropa, zapatos, perfumes y joyas, artículos la mayoría de importación, para los que al parecer no faltan las divisas que no emplean en comprar papel higiénico.

Esos medios de comunicación, según ellos perseguidos por el Gobierno, se han dedicado durante los tres meses ininterrumpidos de protestas de las guarimbas a publicitar al mundo entero cómo la policía detenía a los manifestantes, según ellos pacíficos estudiantes.

Los disturbios se produjeron sólo en seis estados —de los 24 que tiene el país—, en los barrios ricos del 1% de los 355 municipios, todos de grandes ciudades, administradas por la oposición y en las urbanizaciones de clase media. Los “pacíficos” estudiantes, que sólo lo eran en un 20%, incendiaron edificios de centros de salud, escuelas, guarderías infantiles, universidades públicas, oficinas del Gobierno y negocios privados, y ponían alambres atados a los árboles para que peatones y motoristas fueran degollados. El saldo de los tres meses fue de 42 muertos, según cifras de la oposición, entre civiles y agentes del orden público. Esa misma prensa que se dice amordazada cuenta cada día que el Gobierno no respeta los derechos humanos porque después de haber detenido a 3.200 personas todavía hay 91 encarcelados, y que el sistema ha cometido la gran injusticia de detener a los acusados con sólo un acta policial, como si las detenciones, en todos los países democráticos occidentales, ejemplo de respeto a las normas constitucionales, no se practicaran mediante el mismo sistema: la denuncia policial.

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