domingo, 27 de diciembre de 2009





Aunque resulte increíble, el presidente del gobierno de españa (todo en minúsculas) tiene un plan, y si no les gusta, tiene otro, u otro más si no les parece bien. Zapatero es un hombre de grandes planes y pocas ideas. Cuando la historia de este país le juzgue, directamente se olvidará de él, para agradecerle lo que logró en dos legislaturas: remover los cimientos de la sociedad civil española.

Cierto es que su presidencia ocurrió en pleno estallido de la era de las comunicaciones, pero no menos cierto es que todas sus barbaridades juntas soliviantaron a un importante sector de la población española, contribuyendo a la creación de una opinión política colectiva inexistente hasta entonces en España. También hay que reconocerle a Mariano Rajoy, a los nacionalistas, a Rosa Díez y a IU, su aportación imprescindible a la atención persistente por la política de los ciudadanos de este país.

Con Zapatero la política española ha alcanzado el mayor grado de visibilidad en la historia nacional. Se puede decir que la miseria de la gestión pública ha salido del armario, y nunca con tanta claridad se ha contemplado que la política española es un antro de corrupción y miseria, de mezquindad e insidia. Sin alguien tan soberanamente corto como el hombre de las cejas altivas y los hombros encogidos, que mueve las manos como un espantapájaros cuando habla, al igual que si fuera un guardia de tráfico urbano en un atasco, los españoles hubiéramos tardado décadas en salir de nuestra inocencia bondadosa.

Con Zapatero hemos comprobado que los sindicatos son sectas corruptas dispuestas a distorsionar la economía de los españoles con tal de conseguir más liberados y que no se haga nada. Hemos visto a los colectivos de la izquierda tradicional, desaforados, como hordas tomando las calles y apoderándose de las imágenes de los medios de comunicación. La cultura española jamás ha sido tan decadente, tan impropia, tan estúpida, y tan inusitadamente zafia.

Gracias al presidente del gobierno de España hemos observado como indigentes intelectuales pueden ser ministros gracias a su historia política, aunque no tengan ni puñetera idea de la materia de la que trata su ministerio. Pero también hemos visto los cálculos de los nacionalistas, y los socialistas más paletos, el montaje teatral de ETA, las astracanadas del nacionalismo catalán, el odio contra la diferencia de todos los sectarios de la izquierda nacionalista y no nacionalista.

Y de paso hemos visto que la oposición al régimen poco tiene que decir con ese Mariano Rajoy indescriptible en su divina ausencia, reunido con todos los herederos del despropósito que le acompañan y que tampoco tienen idea, ni por activa, ni por pasiva, de cómo reaccionar ante la mendacidad suprema.

Tras tres años de seguimiento y acción continuada de provocación a la conciencia de los españoles sobre lo que estaba ocurriendo, puedo decirles queridos amigos que Zapatero, la corte de la ceja, los aplaudidores y los no aplaudidores están en plena decadencia: ya no engañan a nadie que no quiera ser engañado. Porque hoy hay miles de críticos cuando hace tan solo tres años –se puede constatar consultando la hemeroteca o la historia de este u otros blogs-, la inmensa mayoría de los españoles estaba mirando a la luna de Valencia y la red social española estaba dominada exclusivamente por los propagandistas a sueldo de los diferentes partidos.

Pero las cosas han cambiado, todavía no se sabe muy bien que ocurrirá en este par de años que quedan de legislatura, posiblemente se producirá un cambio de actitud en el PSOE, que no sería de extrañar que ante la debacle que se le avecina cambiara de cartel. Los nacionalistas presionarán más, y directamente serán enviados a la carbonera de la política española, que es el lugar que les corresponde. Los conservadores del PP tratarán de tomar el timón, pero tampoco serán admitidos. Y los minúsculos como IU y Rosa Díez, se quedarán nuevamente en posiciones ridículas.

Algo ha cambiado en España gracias a Rodríguez Zapatero y el elenco que le acompaña en la representación pública, y es algo muy importante, extraordinariamente imprescindible para encauzar el futuro de este país: la credulidad de los ciudadanos españoles en sus representantes políticos atraviesa sus horas más bajas. Esto tiene que traer un cambio revulsivo, posiblemente el próximo presidente del Gobierno de España todavía no haya dicho ni esta boca es mía, y seguramente no será de ninguno de los partidos conocidos hasta ahora.

Quedan un par de años hasta las próximas elecciones generales y en ese tiempo van a pasar muchas cosas en España, pero la más importante es que la representación política va a dar un vuelco que no va a reconocerla ni la madre que la parió. Suele ocurrir, cuando se toca fondo, la historia rebota, por eso he titulado este artículo Zapatero tiene un plan, los españoles otro, porque es así, Zapatero ya no representa los intereses de los españoles, representa otros intereses: los de su partido, los de los sindicatos CCOO y UGT, los de los colectivos sectarios que le apoyan, es decir, los de su familia política, pero no representa los intereses de los españoles. Rajoy y los nacionalistas tampoco, por supuesto.

Posiblemente, a partir de ahora, los intereses de los españoles sean representados por los españoles, porque cada español se puede representar a sí mismo y no necesita de pastores que guíen el rebaño desde el adoctrinamiento; eso tenemos que agradecerle al adefesio cejado, y no es poco para comenzar un nuevo año.

Enrique Suárez Retuerta
Un ciudadano español que no renuncia a su soberanía.

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