lunes, 28 de marzo de 2011

LOS FARAONES DEL SIGLO XXI


El Centro Niemeyer cambia Avilés para siempre
26 de Marzo de 2011 Carmelo Jordá


Que se inaugure en España una gran obra de uno de los arquitectos más famosos del mundo es siempre una excelente noticia. Si además se trata de un artista de cuyas creaciones es muy difícil disfrutar en Europa el acontecimiento se vuelve importante a una escala aún mayor.

Y si estamos hablando de Oscar Niemeyer es algo que los aficionados a la arquitectura y al arte debemos celebrar, casi, descorchando botellas de cava.

Pues resulta que esto es lo que ha ocurrido en un lugar tan insospechado como Avilés, la pequeña ciudad asturiana donde a partir de este fin de semana podemos visitar el Centro Niemeyer, una de las creaciones arquitectónicas más hermosas y sorprendentes que he visto nunca, la primera obra del creador de Brasilia construida en España y la más importante que se puede ver en toda Europa.



¿Y por qué en Avilés?

Seguramente muchos de ustedes se preguntarán cómo es posible que todo eso ocurra en Avilés, una preciosa ciudad asturiana en la que uno no pensaría, al menos en principio, que pudiera pasar algo así.

La historia está relacionada con la celebración del XXV aniversario de los Premios Príncipe de Asturias, para la que se pidió a los premiados algún tipo de colaboración. Niemeyer, que ya tiene más de 100 años se ofreció para regalarles lo mejor que podía aportar: nada más y nada menos que un edificio.

A partir de ahí una serie de avatares políticos fueron cambiando la idea inicial, que creo que era una sede para la fundación que da los premios, y ha acabado creándose no sólo un edificio sino el maravilloso conjunto de cuatro que es finalmente el Centro Niemeyer. Eso sí, el regalo del arquitecto brasileño les ha costado a los contribuyentes asturianos unos 44 millones de euros.



Llegados a este punto muchos de los lectores de este blog se encontrarán en un estado que podríamos denominar de "justa indignación": otro de esos proyectos faraónicos, pensarán, que han llevado a nuestro país al penoso estado en el que se encuentra actualmente.

Personalmente creo que estamos más ante un síntoma de nuestra enfermedad política que ante una causa: el Niemeyer puede ser un ejemplo de la alegría con la que hemos gastado el dinero público (y que ya no volverá, espero), pero dentro de la enloquecida lógica con la que éste se "invierte" en tantos horrores sin sentido no es probablemente lo más errado... Y sí que será de lo más hermoso.

Una belleza y un excelente gancho

Porque más allá de otras consideraciones (que no creo que deban ser el objeto primordial de este blog) el resultado final es un lugar de una belleza que dejará indiferentes a muy pocos: la explanada en la que se levantan los cuatro edificios proyectados por el genio brasileño (el auditorio, la cúpula, la torre circular y el "multidisplinar", como llaman al último de ellos) es un lugar cargado de magia y de armonía.

Por supuesto no tiene nada que ver con lo que hasta ahora era Avilés o incluso con todo el resto de Asturias, de hecho da la sensación de haber sido dejado al otro lado de la ría por un platillo volante, pero sí tiene mucho que ver con la obra de Niemeyer: curvas suaves y bellísimas, cemento blanco que parece tela, un sentido del espacio que crea perspectivas más que hermosas.



Se dice que Niemeyer ha comentado en alguna ocasión que "si algo es bello, es útil" y esa visión está también clara en aspectos del Centro, como la pasarela que une la Cúpula y el Auditorio y que no tiene en realidad otra utilidad que no sea guiar nuestros ojos entre el conjunto de edificios.

Los interiores son también una maravilla: el de la cúpula tiene unas formas sinuosas que logran un equilibrio inaudito, además de la que es, probablemente, la escalera más bella que he visto nunca; el del multidisciplinar destaca por dos hermosos murales diseñados por el propio Niemeyer, especialmente el situado en la cafetería.



¿Y ahora qué?

Tras una inauguración para la que se ha contado con la banda de jazz de Woody Allen se abre el momento crítico para este tipo de proyectos: la hora de llenar de contenido un continente tan atractivo.

En este caso cada edificio tiene su propio destino: la Torre será un centro gastronómico, en el multidisplinar se celebrarán exposiciones, eventos y será una pequeña sala de cine en VO; la Cúpula está pensada para celebrar conferencias y similares; y en el Auditorio, obviamente, habrá conciertos.

No será fácil que la programación cultural que se logre crear justifique la enorme inversión y logre maximizar la función del Centro como atractivo turístico (que al final es de lo que se trata) pero esperemos que lo logre: su belleza lo merece y será la forma en la que más sentido tenga la enorme inversión.

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