domingo, 25 de septiembre de 2011

la gaceta
Balance de la Legislatura: cuatro años de impotencia política ante los mercados
25-09-2011
La impotencia de la política ante los mercados será la seña de identidad que dejará la novena legislatura, una etapa monopolizada por una vertiginosa crisis económica.

Una crisis que ha tirado por tierra todas las previsiones, ha obligado a duros ajustes y recortes y ha llevado a la calle la indignación social.

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero apostó, al inicio de su segundo mandato en 2008, por las políticas de estímulo fiscal para intentar frenar la recesión, pero las inyecciones de gasto público no lograron reactivar una economía paralizada, el paro comenzó a desbocarse y desapareció el superávit.

Con las cuentas en números rojos y el estallido de la crisis de Grecia a principios de 2010, Zapatero se embarcó en la tarea de demostrar que España no necesitaría un rescate y que los mercados podían confiar en su economía.

El 12 de mayo de ese año quedará grabado en la memoria del presidente del Gobierno como la fecha en la que tuvo que aparcar sus proyectos sociales para anunciar inesperados y drásticos recortes que afectaron, sobre todo, a funcionarios y pensionistas.

Ante los ajustes y las impopulares reformas laboral y de pensiones en las que se embarcó el Gobierno azuzado por la UE y los compradores de deuda española -medidas que contaron con el rechazo o, como mucho, la abstención del PP-, la oposición en bloque reprochó a Zapatero su tardanza a la hora de reconocer la crisis.

Los nacionalistas paliaron la soledad parlamentaria del PSOE y permitieron que salieran adelante las principales iniciativas del Ejecutivo en los momentos clave, mientras que los grupos minoritarios de la izquierda se alejaban cada vez más de los socialistas.

Si la primera huelga general en la etapa Zapatero, convocada en protesta por la reforma laboral, no cosechó el éxito esperado por los sindicatos, el movimiento espontáneo del 15-M reflejó la indignación y la desafección hacia la política de amplios sectores de la población, sobre todo jóvenes, sin confianza en el futuro.

Hasta el júbilo que despertó la victoria en el Mundial de fútbol de Sudáfrica se disipó pronto en una sociedad perpleja ante el acoso de los mercados y los incomprensibles y bruscos movimientos de la bolsa y de la prima de riesgo.

Los votantes, llamados a las urnas para elegir a sus nuevos alcaldes y gobiernos autonómicos el pasado mes de mayo, castigaron con dureza al PSOE, que en los estertores de la legislatura consiguió uno de los pocos acuerdos con el PP: reformar la Constitución para introducir en ella el compromiso contra el déficit.

No faltaron las críticas por la ausencia de un referéndum para avalar esa modificación, que deja claro que la austeridad será la norma gobierne quien gobierne.

La crisis no ha dejado al Gobierno saborear con tranquilidad los pasos indiscutibles que se han dado hacia el fin de ETA, que lleva dos años largos sin atentados en España. Testigo de ello ha sido el primer lehendakari socialista, Patxi López.

La legislatura que se despide será recordada igualmente por el fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, por la polémica generada por la ley Sinde o por la participación en los ataques en Libia.

Y también por secuestros, afortunadamente con final feliz, como el del atunero vasco "Alakrana" a manos de los piratas somalíes y el de los cooperantes españoles capturados en Mauritania por Al Qaeda en el Magreb.

No faltaron los altibajos en relaciones exteriores como las existentes con Marruecos o Venezuela, y por vez primera un Ejecutivo decretó el estado de alarma. Lo hizo para enfrentarse al plante de los controladores aéreos.

La decisión de Zapatero de adelantar las elecciones y anunciar la fecha del 20-N con cuatro meses de antelación ha dado inicio a una larguísima precampaña en la que los populares parten con tal ventaja en las encuestas que algunos debates se centran en si conseguirán o no la mayoría absoluta.

En su tercer intento por llegar a La Moncloa y con el viento a favor, Mariano Rajoy se enfrentará a otro político veterano, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Un candidato volcado en la tarea de dar la vuelta a esos sondeos y que, con propuestas de izquierda como nuevos impuestos a las grandes fortunas y a los bancos, intentará que dentro de dos meses no se queden en casa, ni cambien de opción quienes años atrás dieron su voto al PSOE.

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