sábado, 6 de diciembre de 2014

El Panamá que no se conocía en el mundo


Quienes visitan Panamá se sorprenden al ver que un país pequeño se haya convertido en uno con mayor crecimiento económico

Quienes visitan Panamá se sorprenden al ver que un país pequeño, geográficamente al lado de una empobrecida Centro América y de la impenetrable selva colombiana, se haya convertido en uno con mayor crecimiento económico; un promedio de 8.5% en los últimos 10 años. Per cápita tenemos la inversión extranjera más alta de Latinoamérica. En Panamá se respira progreso.

Panamá está en la lista de ciudades americanas que más rascacielos tiene. Los turistas quedan impresionados con su bello Casco Viejo y enamorados del Canal de Panamá y toda su historia, mas en sus 100 años de existencia como indispensable vía interoceánica. Había quienes pensaban que al irse los norteamericanos (Diciembre 31, 1999) el Canal no sería exitoso bajo administración local, se equivocaron porque han sido panameños los que han conducido a la costosísima ampliación del Canal prácticamente con recursos propios, aumentando productividad y seguridad en las actividades canaleras. COPA nos ha convertido en el principal hub aéreo de las Américas y nuestro aeropuerto está a punto de ser uno de los mayores de América Latina.

Panamá está en la lista de ciudades americanas con más rascacielos
Pero como dice el refrán popular: “No todo lo que brilla es oro”. Panamá tiene 25% de pobres y un 10% de pobres absolutos, que se concentran en su mayoría en las áreas indígenas. Somos de los países con mayor gasto en educación pero de los peores en resultados en esa área. Pero lo más grave aún, es que un país con una corta experiencia democrática que data de 1989, que en el último quinquenio hubo un esfuerzo que pareciese planificado para destruir sistemáticamente la institucionalización democrática, algo que afecta su seguridad jurídica y la estabilidad requerida por el inversionista extranjero. La generalizada corrupción que se estimuló desde las más altas esferas del país en el gobierno de Ricardo Martinelli, a quienes más afecta es a las clases más necesitadas que requieren mejores oportunidades de vida en salud, vivienda, alimentación e infraestructuras.

Desde la Presidencia de la República se orquestó ese plan sistemático para corroer los estamentos de justicia, para comprar a los diputados en el Órgano Legislativo y para desarrollar una especie de plan maestro para servirse de las obras públicas para recibir altas comisiones, conocidas en Panamá como coimas, enormes sobrecostos y falta de transparencia en muchos contratos donde hubo participación de empresas extranjeras tanto de Brasil, España, Italia, Colombia y Costa Rica. Ya hay un Magistrado de la Corte Suprema de Justicia con casa por cárcel, separado de su cargo, un alto ex funcionario preso y más de una veintena de antiguos colaboradores de Martinelli bajo investigación.

Somos de los países con mayor gasto en educación pero de los peores en resultados en esa área
Afortunadamente, en la elección de mayo pasado, José Domingo Arias, el títere de Martinelli para perpetuarse en el poder, no ganó y, en su lugar, obtuvo el triunfo Juan Carlos Varela, del partido del legendario caudillo Arnulfo Arias Madrid, un ingeniero industrial ligado al Opus Dei, que en los cinco meses de estar en el poder, ha devuelto la esperanza a los panameños de que se perderá la certeza de que la impunidad siga campeando para los funcionarios públicos y quienes se les descubra en actos de corrupción. No sería exagerado estimar que lo que se perdió, se robó o se desperdició durante los cinco años de Martinelli haya alcanzado la suma de 4 mil millones de dólares.

Espero que ese Panamá que en el exterior no se conoce borre la imagen con que se ensució en el pasado quinquenio. Si bien Juan Carlos Varela ganó la elección con menos del 40% de los sufragios, hoy su índice de popularidad podría estar llegando al 80%, principalmente debido a que se ha impuesto como tarea devolver la fe a los panameños de que las cosas en el gobierno se pueden hacer bien y la certeza de que los culpables de tanta corrupción podrán llegar a ser encarcelados.

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