martes, 27 de julio de 2010
Alfonso Ussía
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Parece confirmarse que los Obama e hijas pasarán unos días en Marbella, en el Hotel Villapadierna, llamado así, me figuro, en memoria de un gran personaje malagueño, José María Padierna de Villapadierna, conde de lo mismo, singular, buen vividor y simpático hasta con el colesterol. Un gran deportista. Automovilista destacado y extraordinario aficionado y promotor de las carreras de caballos, su cuadra, en los años sesenta y setenta, fue de las punteras. Generoso sin medida, tuvo la suerte de heredar tantas veces que se permitió el lujo de arruinarse otras tantas. Decía Santiago Amón, muy aficionado al «turf», que ver al conde de Villapadierna en el «paddock» del hipódromo de la Zarzuela durante la tarde del «Derby», con su bombín, producía una envidia agradable, e incluso, una envidia agradecida. Alto, con el rostro alargado, siempre de buen humor, dandy hasta la médula espinal, podía recitar sin prudencia alguna los versos que Zorrilla pone en boca de Don Juan Tenorio. «De la princesa real/ a la hija de un pescador,/ ha recorrido mi amor/ toda la escala social».
Del Hotel Villapadierna se dice que es de los mejores de España. Y lo ha elegido Obama para disfrutar en sus vacaciones. Después de tantos líos en Marbella, bueno es que vuelvan los visitantes ilustres para hacer sombra a los jeques ladrones y los dirigentes de la mafia rusa. Desde Cabo Pino a Sotogrande, los delfines del Mar de Alborán saltarán del agua con más alegría, si cabe. Además, el Presidente de los Estados Unidos ha anunciado que no quiere herir la estricta intimidad de su estancia, y que sólo volará a Mallorca para saludar a los Reyes. No están previstos contactos políticos ni diplomáticos, y a Zapatero, de momento, no se le espera.
Pero en el palacio de La Moncloa están de los nervios. Y es lógico. Necesitan una foto con Obama en Marbella como el comer. Lo malo es el precedente. Las fotografías familiares de los Obama con los Zapatero no han salido bien hasta la fecha. La única que se hicieron, en La Casa Blanca, no la han colocado en el álbum. Me lo ha confirmado Margaret Hublot, encargada de confeccionar los álbumes de fotos de los presidentes de los Estados Unidos desde el mandato de Clinton. Otra cosa es que Zapatero viaje a Marbella para hacerse una foto con Obama apretándole la mano y charlando distendidamente. Charlando de no se sabe qué, porque Obama farfulla un mal español y Zapatero no sabe ni patata de inglés. Pero las fotografías no son sonoras y por ahí se puede conseguir algo.
Pero no mucho más. En el caso de las fotografías familiares de los Obama y los Zapatero, no es necesaria la Memoria Histórica, sino la inmediata. Todavía no se han repuesto del susto gótico. Los americanos no son excesivamente tiquismiquis en el protocolo, pero aquello que pasó con los Zapatero no se ha olvidado aún. Al oficial de servicio de la Casa Blanca, el capitán de «marines» John McPherson, veterano de Irak y Afganistán, se le pusieron los pelos que no tenía de punta cuando vio el respetuoso y elegante atuendo que las hijas de Zapatero se pusieron para visitar al Presidente de los Estados Unidos y su familia. De ahí que las gestiones para hacer posible la visita al viejo predio del conde de Villapadierna aún no han dado frutos.
La postura de los Estados Unidos de América es inamovible. Si Zapatero quiere foto con Obama, la tendrá con sonrisa incluida. Si es foto de las dos parejas, la posibilidad de aceptación es alta. Pero si posan también las niñas, todo depende de cómo vayan vestidas. El gótico, para la catedral de León. Así de claros y tajantes. Y hay que comprenderlos.
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