martes, 8 de noviembre de 2016

QUE HA SIDO DE MIS RAMBLAS!!!!

 Si Josep Maria de Sagarra, Josep Pla o Quim Borralleras levantasen la cabeza, no reconocerían Las Ramblas. Lo que aquellos homenots consideraban la arteria más viva y más intelectual de Barcelona ha quedado reducido a un museo de los horrores sin ninguna calidad. Una pura operación de botox inyectado de manera abyecta en un rostro urbano que no necesitaba más que el respeto a sus arrugas. Se han ido eliminando, una por una, todas sus señas de identidad. Lo que singularizaba a éste paseo por el que desfiló en su día lo mejor del país, produciendo esa mezcla entre lo popular y genuinamente barcelonés con lo más selecto que ofrecían los campos artísticos e intelectuales, ha quedado reducido a un desfile de turistas ignorantes que pasean entre tiendas que venden auténticas bazofias o restaurantes que hacen de la tapa de plástico, la paella de cartón y el jamón de plexiglás sus únicos alicientes.Las alegres floristas van marchándose, ocupando sus paradas vendedoras de semillas y llaveros; los quiosqueros no venden libros, solo algunos diarios y revistas que apenas les dan dinero, plegándose por pura supervivencia a la venta de más llaveros, gorras y productos de un falso merchandising barcelonés. Todo es postizo, añadido, carente de tradición, de contenido. La cirugía estética, aplicada por torpes políticos, ha acabado destrozando el semblante, entre sereno y pícaro, de una avenida que fue en su día el epicentro de una vida social y cultural de primer orden.Como dice Discépolo en su tango Cambalache «los ignorantes nos han igualao». Así es. La fachada del Liceu mira con estupor a las hordas estultas de los humanoides que vomitan a diario cruceros, trenes y aviones. Ese teatro, que fue el primero e acogió de manera oficial a Parsifal, después de Bayreuth, llora en silencio el drama de Las Ramblas, el mismo de Cataluña, dividida entre el carlismo trabucaire de comarcas, con olor a moho y sacristía ultramontana, y la idiocia de los revolucionarios de salón, los de a cinco mil al mes.No les interesa una Barcelona culta, cosmopolita, con ése punto libertario que la caracterizaba. Ni Ocaña podría pasearse ahora por Las Ramblas ni mi añorado Miquel Pallés vendería a gusto sus flores. Nadie entendería su humor sano, directo, con un punto de sal gruesa, que le calificaba como un barcelonés de pro.Entre nacionalistas y comunistas, entre unos socialistas más acabados que el agua de cebada y una burguesía que solo sabe vender una y otra vez los mismos solares, nos han jodido la ciudad, el país, la vida.Ya no hay vuelta atrás. Solo nos queda esperar a que un magnate chino compre la ciudad y la convierta en un parque temático.

LEER MAS: EL MUNDO MIGUEL GIMENEZ

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