lunes, 3 de enero de 2011

COMO A FERNANDO VII.

El Norte de Castilla03.01.11 - 00:59 - PEDRO VICENTE blogs.nortecastilla.es/pedrovicente |

Sin animo de añadir a la crisis lo que Juan José Millás denominó grados de «sensación térmica», a mi juicio empezamos 2011 con dos noticias, una mala y otra peor. Y no me refiero a ninguno de los últimos atracos al bolsillo de los ciudadanos, verbigracia la impúdica subida de las tarifas eléctricas.
La mala es que nadie se atreve a pronosticar cuando saldremos del marasmo. La peor es que la hoja de ruta elegida para sacarnos consiste en el desmantelamiento del Estado de Bienestar que los españoles nos hemos dado en los últimos 30 años. Es la opción neoliberal para salir de la crisis que Zapatero ha ido asumiendo tras la ducha escocesa del mes de mayo y por la que está decidido a inmolarse. Allá él y el partido que le sigue en esa inmolación. El problema es que si nada lo remedia y se consuma el conjunto de recortes sociales en marcha, dentro de poco a España no la va a reconocer ni la madre que la parió. Y no precisamente en el sentido que pronunció esta misma frase Alfonso Guerra cuando el PSOE aterrizó en el poder en 1982. Justamente en el sentido contrario. (A propósito: No sé que opinará Guerra -lengua afilada aparte, una de las mentes más preclaras de la izquierda española- respecto a la deriva emprendida por su partido).
Mientras tanto, el PP se frota los ojos ante esa inmolación, que, a la vez que le hace el trabajo sucio que debería corresponderle cuando vuelva al poder, acrecienta sus expectativas de una victoria electoral aplastante en las próximas elecciones generales. Todo ello sin que Rajoy se haya dejado de fumar un puro durante todo lo que llevamos de crisis.
Preludio de esa victoria del PP será el resultado de las elecciones municipales y autonómicas de mayo, en las que los ayuntamientos y comunidades socialistas van a pagar todos los estropicios de Zapatero. En Castilla y León los ayuntamientos gobernados por el PSOE han venido constituyendo en las últimas legislaturas un valioso contrapeso político a la enfermiza vocación hegemónica ejercida por el PP desde la Junta y las Diputaciones provinciales. Un contrapeso que puede desaparecer pese a lo aceptable que ha sido la gestión de gobierno y el desastroso papel de la oposición en casi todos esos ayuntamientos. No hablemos ya de la insolvencia política que está demostrando la dirección regional del PP para designar a sus candidatos a esas alcaldías.
¿Y qué decir de la Junta? Que sin más mérito que el de Rajoy, los populares ganarán por sexta vez consecutiva por mayoría absoluta y por goleada, sin que Juan Vicente Herrera tenga necesidad de bajarse del autobús electoral. Y daría igual si, en lugar de Herrera, cuya falta de liderazgo efectivo dentro y fuera de su partido sigue siendo manifiesta, el candidato fuera cualquiera de esos políticos-probeta que le rodean. Ni a Fernando VII se las ponían así.
La falta de una oposición política sólida y capaz de erigirse en alternativa -ni Quijano ni Villalba consiguieron articularla y Óscar López ni siquiera se lo ha planteado- ha propiciado en Castilla y León una especie de 'régimen' clientelar inexpugnable, tan rentable para el PP como nocivo para el interés general. No diré yo que cuanto peor le van las cosas a Castilla y León, mejor le va al PP. Pero es innegable que mientras al PP le va muy bien, esta comunidad cada vez va a menos. Y por mucho aparato propagandístico que se despliegue para disfrazar la realidad, hay parámetros que no se pueden ocultar. Por ejemplo el de la despoblación, que acaba de dejar de ser ese «tópico instalado en el imaginario en el colectivo», como se permitió decir el presidente Herrera el pasado marzo. Basta este dato, el de la pérdida de población, para constatar un fracaso político sin paliativos.

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