Diálogo y ética, los reclamos del Papa a la clase dirigente
Francisco exhortó a rehabilitar la política; apoyó a los jóvenes y la protesta pacífica
Por Alberto Armendariz | LA NACION
RÍO DE JANEIRO.- Diálogo, diálogo, diálogo. Eso reclamó ayer el papa Francisco a la clase dirigente de todo el mundo, tras las masivas protestas que convulsionaron Brasil el mes pasado, protagonizadas por jóvenes a quienes invitó a hacer oír sus demandas por una sociedad más justa y equitativa de forma pacífica.
En el mensaje de mayor tono político desde que llegó a Brasil el lunes pasado para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el Papa exhortó a las autoridades a devolver la ética a la política, a no ignorar su responsabilidad social y a buscar un diálogo constructivo con todos los sectores de la sociedad.
El propio papel de la Iglesia no quedó fuera del fuerte diagnóstico del Papa. En una autocrítica más aguda que la de anteayer, llamó a los obispos y sacerdotes a recuperar la sencillez para salir a la calle al encuentro de la gente.
Sus pedidos y consejos fueron recibidos con aplausos por la comunidad religiosa, por los representantes de la sociedad civil brasileña y por unos dos millones de jóvenes que anoche abarrotaron la playa de Copacabana.
"Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo con el pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad. Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la cultura artística y tecnológica, la cultura económica, de la familia y de los medios de comunicación", resaltó el ex arzobispo de Buenos Aires en su discurso en español ante representantes de la clase dirigente en el Teatro Municipal de Río de Janeiro, donde recibió varias aclamaciones de pie.
Allí contó que cuando los líderes de diferentes sectores le piden consejos para resolver problemas, su respuesta es siempre la misma: diálogo.
"La única manera de que la vida de los pueblos avance es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios; a esa actitud yo la llamo humildad social", destacó, sobre el escenario del elegante auditorio, donde defendió la importancia de un Estado laico.
"El futuro exige la tarea de rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad, y una visión humanista de la economía. Una política que evite el elitismo y erradique la pobreza, que asegure dignidad y solidaridad", añadió.
Con su simplicidad, mensaje esperanzador y una constante sonrisa, Jorge Bergoglio cautivó a los más de 2000 invitados especiales presentes, entre los que había políticos, empresarios, artistas, diplomáticos, científicos y periodistas. En una fiesta llena de música, fue rodeado por un grupo de niñas bailarinas; lagrimeó al escuchar la historia de superación de un joven habitante de una favela, huérfano, ex drogadicto y hoy profesor universitario; besó a adolescentes con síndrome de Down; abrazó a representantes de otras religiones, y hasta se colocó la corona de plumas que le ofreció un emocionado indio pataxó, del estado de Bahía.
Al caer la noche, de nuevo a bordo del papamóvil y abrigado con un sobretodo, recorrió otra vez más la rambla de Copacabana, para visitar a los millones de peregrinos que se aprestaban a pasar la noche allí a la espera de la misa final de la JMJ, que se celebra esta mañana, antes de su regreso al Vaticano.
Después de que la lluvia de los días anteriores obligó a transferir el servicio religioso de la zona rural de Guaratiba a Copacabana, la famosa playa carioca se había convertido ayer en un inmenso campamento con carpas y banderas de más de 150 países diferentes, varios de ellos sacudidos en los últimos tiempos por manifestaciones callejeras.
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