El oscuro futuro de Nueva Rumasa
por ignacio del burgo azpíroz, Abogado - Miércoles, 16 de Marzo de 2011 - EGUNDAS partes nunca fueron buenas. La aventura empresarial reemprendida por José Mª Ruiz-Mateos a través de Nueva Rumasa parece haber encallado ante una situación de insolvencia que impide hacer frente al pago de nada menos que 5.000 inversores y 10.000 trabajadores. Todo un monstruo integrado por compañías de renombre del sector bodeguero y alimentario, con más de veinte hoteles, un equipo de fútbol y una división patrimonial con activos por valor de 750 millones de euros se encuentra ahora con un pie en la UCI del Juzgado de lo Mercantil de la que pocos pacientes salen con vida.
Ciertamente, la enfermedad de Nueva Rumasa (ya veremos si terminal) nada tiene que ver con la eutanasia que el Gobierno de Felipe González practicó a su antecesora el 23 de febrero de 1983. La originaria Rumasa, un holding de 700 empresas con una plantilla de 60.000 empleados y una facturación anual de 2.000 millones de euros, fue expropiada a iniciativa del ministro Boyer, célebre, entre otras razones, por los capones que le propinó el empresario jerezano en el famoso incidente del "que te pego, leche". El Gobierno socialista justificó la intervención estatal ante el riesgo de quiebra del holding y la necesidad de conservar los puestos de trabajo. Al final la nacionalización del grupo acabó con la reprivatización de sus empresas operativas lo que, dicho sea de paso, en algún caso dio lugar a sonoros pelotazos (recuérdese la venta de Galerías Preciados).
Lo que hace ahora Nueva Rumasa es acoger a sus compañías (entre ellas, Clesa, Garvey, Hotasa, Dhul, Elgorriaga, Hibramer, Trapa, Carcesa, Quesería Menorquina y el Rayo Vallecano) al llamado preconcurso del artículo 5.3 de la Ley Concursal, que le otorga un plazo de tres meses para alcanzar un acuerdo con sus acreedores impidiendo que durante ese tiempo ningún tercero encabritado (y a buen seguro que habrá más de uno) pueda instarle el concurso en el Juzgado. Si en esos tres meses Nueva Rumasa consigue un convenio, aquí paz y después gloria; de lo contrario, estará obligada legalmente a solicitar la declaración de concurso en el mes siguiente. A esta misma situación preconcursal se ha acogido recientemente el conocido grupo navarro CTH.
El impacto mediático del caso Ruiz-Mateos es evidente dada la relevancia pública del empresario en cuestión y por los 5.000 desdichados inversores que, atraídos por una seductora campaña publicitaria, se apresuraron a suscribir pagarés y participaciones de Nueva Rumasa con elevadas rentabilidades que ahora, lamentablemente, pueden quedar en papel mojado. Ruiz-Mateos ha asegurado que se pegaría un tiro (nótese bien el condicional) si no podía devolver las obligaciones contraídas, lo que tampoco parece que sea la solución al problema. Los esfuerzos del empresario deberían ir más bien dirigidos a conseguir el anunciado desembarco de un inversor que inyecte capital en el grupo y sea capaz de liderar el proceso de refinanciación de una deuda bancaria que supera los 700 millones de euros, cosa que empieza a ponerse difícil después de que el fondo de inversión norteamericano Oaktree haya descartado su entrada tras analizar las cuentas del holding.
Nueva Rumasa necesitaría afrontar los próximos tres meses en un clima de calma y sosiego con el objetivo de reestructurar la deuda y lograr un acuerdo con los acreedores. Pero a ello no ayuda su declaración de guerra contra el Banco Santander, con acciones que van desde la interposición de una querella contra Emilio Botín por cortar "sin motivo" una línea de crédito vigente desde hace quince años, hasta la personación e investigación de todas las causas judiciales que el banco tiene abiertas, como Madoff, Lehman Brothers o Banif. Si ayer fue Boyer el causante de todos los males, Ruiz-Mateos responsabiliza hoy a Botín de la situación en que encuentra. Sea como fuere, ahora que el tiempo apremia no debería obsesionarse tanto en buscar terceros culpables como en ahondar en posibles vías de solución, si es que a estas alturas queda alguna por explorar.
En los últimos días se ha publicado que la empresa Dhul, que produce, comercializa y distribuye productos refrigerados, postres y platos preparados, ya ha solicitado la declaración de concurso ante la inminencia de ejecuciones individuales por parte de sus acreedores. Todo apunta que ese mismo camino recorrerá en los próximos días la fabricante de leches y yogures Clesa. Si a ello añadimos las noticias que a diario se suceden sobre la investigación de la Fiscalía Anticorrupción por estafa en relación al destino del dinero obtenido por la emisión de los pagarés del holding, manifestaciones de sindicatos, apremios de la Agencia Tributaria y embargos de la Seguridad Social por deudas millonarias, desahucios judiciales de fábricas y fincas, etcétera, sólo cabe concluir que mucho tendrían que cambiar las cosas para evitar que Nueva Rumasa pase definitivamente a mejor vida y sus empresas acaben consumiendo los próximos años en los Juzgados.
MAMAPIDICE:
y si el gobierno le devolviera a Rumasa el dinero que se quedó con la expropiacion de la antigua Rumasa en el año 83?
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