TELLAGORRI Bureau
13 abril 2011El Tesoro "aparecido" en el Ministerio de Hacienda
El secreto estaba en los sótanos abovedados del Ministerio de Hacienda. Y desde hace más de un año, cuando alguien cuyo nombre nadie quiere pronunciar dio la voz de alerta, sólo sotto voce hablan de él altos cargos del departamento de Hacienda y del Ministerio de Cultura.
Poca gente más anda en el ajo. Quizás un comentario preciso a Zapatero. Tal vez unas órdenes discretas a los expertos llamados a poner precio al sorprendente botín. Pero sobre todo, susurros.
-¡En los sótanos de Hacienda ha aparecido un tesoro de la guerra!
-¿¡Qué dices!?
-Un auténtico tesoro, chsssss...
Entre los mismos muros donde Julián Besteiro, el socialista que en marzo de 1939 quedó atrapado en Madrid (sobre un camastro, enfermo y demacrado) con la amarga misión de entregar el poder republicano a las nuevas autoridades franquistas que habían tomado la capital, estaba olvidado el último tesoro de la República: joyas, monedas antiguas y de oro de un valor numismático aún por descifrar, cuadros, piezas textiles, vajillas de plata...
Restos de asaltos a iglesias y conventos, de expolios en casas de aristócratas y "desafectos" al régimen constitucional nacido de 1931, bienes expropiados a quintacolumnistas de las ciudades donde entonces se gritaba "¡No pasarán!".
En definitiva, un pellizco amargo de aquella España cainita que, hace ahora exactamente 75 años, empezó a matarse y robarse con feroz generosidad. El expolio a los partidarios de los militares sublevados tuvo un nombre claro, Caja de Reparaciones, y otros de leyenda que aún perduran (desde el incierto oro de Moscú hasta el enigma del Vita, barco fletado por Negrín en 1939 para llevar a México, desde Francia, lo que quedaba del botín republicano amasado a partir de las fortunas expoliadas a los enemigos, a los "rebeldes" azules).
Nació la Caja, en septiembre del 36, para evitar la rapiña de grupos incontrolados en los primeros compases de la batalla, y terminó convertida en un inmenso almacén donde vertían ríos de joyas, diamantes, oro amonedado, fajos de billete, coronas de reyes, cuberterías, mantos enjoyados de vírgenes, colecciones de relojes...
Todo fue legal y razonado. Con fecha de alumbramiento (la Caja General de Reparaciones nacía el 23 de septiembre de 1936, a los dos meses de iniciada la guerra) y un claro propósito de represión económica hacia los otros.
Palabra de decreto, publicado en esos terribles días, para justificar su RAPIÑA: "No es verosímil que basten para enjugar el cuantioso quebranto material que ha de soportar nuestro país los bienes de los criminalmente responsables del movimiento sedicioso que ha atacado la legalidad constituida de nuestro pueblo. Pero, sin embargo, es bien justo que ellos sean los primeros en soportar el quebranto".
Y así fue. Las requisas, so pretexto de ayudar a costear la guerra provocada por Franco y demás sublevados el 18 de julio del 36, no cesaron hasta casi el final de la contienda.
-¿Qué hacen todas esas cajas ocupando tanto espacio, aquí en el sótano?
-Tú sabrás, que para eso trabajas en los archivos de esta casa…
-Sabes lo que te digo, que se deberían abrir para saber qué contienen. Si son objetos o muebles viejos, habrá que desprenderse de ellos. Si se trata de expedientes administrativos, las cerramos otra vez y las mandamos al Archivo General de la Administración. Estoy seguro que no es más que basura.
Una conversación parecida debió de producirse no hace mucho en los sótanos del Ministerio de Economía y Hacienda. Dicho y hecho. Alguien tomó la decisión y otros la ejecutaron. Había que ordenar ese sótano y, de paso, averiguar qué contenían esas misteriosas cajas, arrumbadas allí durante décadas.
Pero antes de abrirlas algo llamó la atención de los funcionarios. Eran unas extrañas inscripciones grabadas en el exterior de los embalajes. Con la lentitud que produce el asombro, un operario se puso a leer en voz alta: "Aquí pone: Comisión Nacional de Devolución. Y, un poquito más abajo, está escrito Comisión Liquidadora de la Caja de Reparaciones de Daños derivados de la Guerra Civil. Juzgado Gubernativo de Madrid, año 1944…".
-¿Alguien sabe qué significa?
Bastó abrir las primeras cajas para empezar a intuirlo. Hoy, pese al secretismo con que se sigue el delicado asunto, todo son certezas. Lo aparecido en Hacienda no es sino lo que quedó sin gastar de aquel inmenso depósito de las incautaciones. Lo que el Gobierno Republicano no pudo exiliar en su huida de 1939. Los restos de aquel naufragio que fue la Guerra Civil y que, recuperado parcialmente por Franco en 1939 y años sucesivos, no fue devuelto a sus legítimos dueños. Quedó enterrado en un Ministerio como miles de cuerpos del otro bando en las cunetas del país entero.
"El inventario está en marcha", es todo cuanto se avienen a admitir fuentes de Cultura. Oficialmente, los historiadores habían dado por liquidada la historia de la célebre Caja de Reparaciones.
"Sería un golpe... Sí, se puede hablar de sorpresa histórica. Hasta donde yo tenía entendido, en el Banco de España no quedó nada de aquella caja. Ni en el Ministerio de Hacienda. El destino de todo lo requisado fue cuádruple. Parte importante se vendió en París de manera regular en el año 38 por una comisión especial de Hacienda; una gran partida se marchó a México en el barco Vita; otro pellizco pasó la frontera de Francia y se esfumó para siempre tras la guerra, y hubo una parte que quedó en España porque no hubo tiempo de sacar", explica Ángel Viñas, historiador y uno de los mayores expertos en las cuentas y movimientos de oro y caudales que hubo en el Banco de España durante aquel periodo.
Según explica Viñas, "parte de la Caja quedó en el Castillo de Figueres y el régimen de Franco lo devolvió a sus legítimos propietarios. Todo aquello se miró con lupa tras la guerra. Dese cuenta que hubo muchas denuncias de gente que había ganado, y claro, el Régimen, se apresuró a atenderles. Eran los suyos... En Historia todo es posible. Como historiador no excluyo nada. Hace años, sin más, aparecieron en unas dependencias del Ministerio de Exteriores unos lingotes de oro que habían dejado olvidado los nazis. La Historia tiene esas cosas extrañas... De ser cierto que han aparecido los restos de la Caja de Reparaciones significaría que el franquismo, al ser objetos y bienes robados a los suyos, habría terminado quedándose, y por tanto robando, a sus propios partidarios".
Al parecer, entre los funcionarios de Hacienda y Cultura que manejan el hallazgo existe la convicción de que no hay posibilidad legal de que herederos de las personas a las que les fueron sustraídos los objetos reclamen nada, por más que se trate de bienes incautados en la guerra. El tiempo de las reclamaciones pasó, parecen decir. Porque lo hubo.
Una vez que las tropas franquistas ocupan el castillo de Figueres (febrero de 1939), se apoderan de todas las joyas, alhajas, objetos y cuadros que los dirigentes republicanos abandonan en su huida. Rápido se decide que todo sea enviado a Madrid para allí realizar el inventario de los bienes recuperados. Llegan también lotes de Barcelona, Valencia, Jaén... Y el 9 de marzo de 1940 se promulga un decreto sobre "liquidación de la caja marxista de reparaciones y trabas y embargos acordados por organismos rojos con relación a la evasión de capitales".
Desde entonces, y hasta 1944, la dictadura intentó devolver a sus legítimos propietarios los objetos requisados por la República. El resultado fue decepcionante.
La propia comisión liquidadora de la Caja tiene que levantar acta de la situación: "Resulta imposible atribuir la posesión o propiedad de persona determinada, de los mencionados objetos". Por eso se decide la devolución, en aras de la recuperación económica nacional, de los valores mobiliarios (acciones, títulos, cartillas y valores) a sus legítimos propietarios, lo que era más fácil de establecer: bancos, empresas mercantiles, personas jurídicas y físicas que acreditasen la titularidad sobre estos depósitos.
Según el estudio del profesor Glicerio Sánchez Recio, el mayor experto sobre la historia de la Caja de Reparaciones, la cantidad devuelta por la Comisión de Liquidación en 1940 (en valores y títulos) alcanzaba ya los 370 millones de pesetas de la época. Cifra que quedaría muy lejos de los 640 millones en que el propio historiador valora el patrimonio de la Caja a finales de 1938. Las cuentas de los objetos nadie terminó de hacerlas del todo nunca. Y menos aún de lo que quedó.
La obra de dos grandes fotógrafos de la época, Alfonso y Santos Yubero, sí ayuda para notariar cuánto fue lo que terminó recuperándose, y que llenó Madrid de exposiciones.
Los vencedores recorren los stands, rebosantes de oropel, en busca de lo que les quitaron. El famoso actor de la época Enrique Chicote queda inmortalizado por Yubero asomándose, en 1939, a una ventanilla del Banco de España para ver si reconocía algo de los suyos; elegantes mujeres empameladas, aún en 1944, pasean bajo los lucernarios del Palacio de Cristal del Retiro en busca de un reencuentro con su pasado robado; la multitud se apiña en las calles aledañas del Banco de España, el 11 de septiembre de 1940, para dar la bienvenida a camiones repletos de bolsas de oro devueltas por Francia...
Las instantáneas de Alfonso van más allá, y quedan para la Historia con sus fotos fijas de republicanos mostrando con orgullo coronas, fajos de billete, pedrería y objetos religiosos de alto valor requisados en un convento allá por 1936...
Lo que queda aún de todo aquello, lo encontrado ahora en Hacienda, se está inventariando por técnicos de Cultura. Si no hay batallas ni reclamaciones, los objetos de mayor valor terminarían en museos y edificios públicos.
La noticia del hallazgo le desconcierta: "Todo el mundo pensaba que los bienes que no habían sido devueltos a sus propietarios, como cuberterías, platerías, cuadros.., habían pasado a formar parte del patrimonio del Estado y estaban ahora siendo utilizados en los Ministerios de Exteriores o Presidencia, embajadas y en otras instituciones del Estado".
Nadie, en cambio, ha buscado la efeméride para arrojar luz sobre el nuevo hallazgo. Difícil encajar en festejos el oscuro tesoro de Hacienda, aquella herida en el costado de los azules. Con la Caja de Reparaciones, y sus estertores, no fue cómo la República escribió sus mejores páginas. Tras el 39, el botín arrancado a los nacionales fue motivo de disputa entre dos prebostes republicanos del Frente Popular: Indalecio Prieto y Juan Negrín.
Más allá del famoso oro de Moscú fue el tesoro de la Caja, y dentro de él la parte más reluciente del mismo que zarpó hacia México en el Vita, el motivo en parte de la ruptura entre Prieto y Negrín. ¿Qué llevaba el Vita cuando zarpó, por orden del canario, el 28 de febrero del puerto francés de Le Havre con bandera estadounidense?
El tesoro del Vita es uno de los episodios más sórdidos del hundimiento de la República. Algunos jefes republicanos huyeron con los bienes, joyas y valores "que resultaron más fáciles de transportar" y que habían obtenido por las expoliaciones de la Caja de Reparaciones, o por la apertura de las cajas de particulares en Bancos y de los depósitos del Monte de Piedad. Hoy es imposible determinar la cuantía y el valor de lo transportado en el Vita, pues no se inventarió ni en Francia ni a su llegada a México.
Amaro del Rosal, director de la Caja de Reparaciones, detalla el contenido de 110 de las 120 maletas, bultos o cajas embarcadas por orden de Negrín y recibidas por Indalecio Prieto. Ahí aparece de todo: objetos con joyas y alhajas entregados por la Caja; depósitos de gran valor del Banco de España y otros bancos; objetos religiosos de extraordinario valor (incluyendo el manto de las 50.000 perlas de la Catedral de Toledo); colecciones de monedas de oro; depósitos de la Generalitat, sacos con piedras preciosas…
El historiador Abdón Mateos calcula en unos 40 millones de dólares de la época el valor de lo embarcado hacia México.
En los sótanos de Hacienda, en esta nueva España, abril ya de 2011, ha aparecido un tesoro. No es el del Vita, pero sí un secreto que los ZAPATERILES no harán nada por desvelar. En este tema no les gusta nada que haya "Memoria Histórica".
¿Pedimos que suelten a GARZÓN para que investigue todos los robos de los republicanos cuando se largaron forrados de joyas y oros sus jefes?
Tellagorri
Con información detallada por ILDEFONSO OLMEDO.
NOTA DEL BLOG
El 31 de agosto de 1938 desembarcó el comandante Isaac Echave y varios tripulantes, reclamados por el ministro de Hacienda para que se presentaran en Barcelona. Más adelante se trasladarían a Francia con Mariano Manresa, el antiguo comandante del buque, para hacerse cargo del tesoro de la República. A ellos se les encomendó conducirlo a México, a bordo del yate Vita. La tripulación del yate estaba formada por oficiales y marineros vascos y cántabros, bajo el mando del capitán José Ordorica, de Lequeitio, y de Mariano Manresa como administrador responsable de la operación. El tesoro llegó a Veracruz en el Vita el 23 de marzo de 1939 y sirvió para auxiliar a los jefes republicanos en el exilio después de la guerra.
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