Cataluña y Escocia amenazan con reavivar la crisis del euro
Los referendos pueden acabar con las optimistas previsiones
para el el 2014
A día de hoy parece ser que no, pero los mercados cambian rápidamente ante las incertidumbres. La confianza de los gestores de compras de la Euro-zona, el PMI compuesto, ha subido cinco décimas en diciembre hasta 52,1. También ha mejorado el clima empresarial (IFO) en Alemania, logrando dos décimas hasta 109,5, mientras la confianza de inversores y analistas, según el índice ZEW, ha subido hasta 62, lo que lo sitúa en máximos desde el 2006. Además el diferencial de la deuda española se sitúa ya muy cerca de los 200 puntos básicos respecto del bono alemán a 10 años. Todos los datos apuntan a que en este sentido habríamos superado la crisis en Europa, al menos la de confianza.
Bien es cierto que desde el lado de la actividad, el mes de noviembre por lo que respecta a la producción industrial nos ha puesto en alerta, al contraerse el 1,1% mensual. Logra mantener la tendencia positiva en términos anuales pero con un muy modesto crecimiento de 0,2% en términos interanuales. En lo que va de 2013 la Eurozona acumula dos trimestres consecutivos de crecimiento.
¿Pueden acabar los referendos con estas previsiones optimistas?
La consecución de la independencia en ambos casos parece poco probable. En el primero porque los escoceses se decantarán en contra. En el segundo, porque en el caso español no se va a celebrar.
En la casa de apuestas más grande del mundo, Ladbrokes, el ‘no' se cotiza 1 a 6. Según el último de los grandes sondeos realizado a finales de diciembre más del 60 % de los escoceses se manifiestan en contra de la independencia, aunque un 20 % de los encuestados están todavía indecisos. Aunque en el terreno de las certidumbres, lo que es un hecho es que en las elecciones autonómicas del 2011, el Partido Nacionalista Escocés, el único que promueve la independencia, casi obtuvo la mitad de los sufragios, 69 de los 129 escaños. Y eso que su sistema electoral los diseñaron los laboristas británicos en 1999 de forma que resultara casi imposible obtener la mayoría por un solo partido.
En el caso español está más clara la afirmación tajante del Gobierno de que no se va a celebrar el referendo porque el presidente del Gobierno no puede permitirlo al no contemplarlo la Constitución. Aprobada por mayoría aplastante en 1978, en su Artículo 1.2 dice que la soberanía nacional reside en el pueblo español (no en el catalán, andaluz, extremeño o gallego...) y en su Art.2 La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española.
Si Escocia dijera si en el referendo de independencia se abrirían dos frentes: uno el interno, en el que tendría que discutir con el gobierno de Londres cómo reorganizar su estructura económica y cómo afrontar los pagos de su deuda. El otro sería externo, el abandono inmediato de la Unión Europea y de la OTAN. De acuerdo con las declaraciones de los máximos responsables de la Comisión Europea y del Consejo, la declaración de independencia conllevaría de inmediato el abandono de estas instituciones.
Aunque no resulte lógico que quedaran fuera de las instituciones comunitarias durante mucho tiempo, las tensiones económicas deberían crecer lo que estuvieran fuera de ella y tendría consecuencias para los países periféricos.
Los mercados deberían aumentar su presión sobre países como Portugal y Grecia que afrontan un año crucial al tener que renegociar las condiciones de devolución de sus ayudas. El país vecino finaliza su plan de rescate de 78.000 millones de euros, en junio de 2014. En estas mismas páginas, José Alves, ya daba por hecho el incremento de la tensión en su artículo del 22 de noviembre ‘Portugal precisa un segundo rescate comunitario por la insostenibilidad de su deuda y su incontenible déficit'.
El ‘sí' en el referendo escocés, con toda lógica, haría subir las incertidumbres y la presión de los mercados, creando más tensión en Grecia, Portugal y ¿por qué no?, España, lo que provocaría más tensión social en estos países y en consecuencia, en la estabilidad del euro.
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